La guerra narca se profundiza

Arturo Santamaría Gómez
26 octubre 2024

El pronóstico de que la guerra narca sería prolongada empieza a cobrar visos de cumplirse. Uno de ellos es que, a mes y medio de haber empezado, parece cobrar mayor intensidad, y el otro muy grave en caso de ser cierto es que, lo que hace pocos días sólo sonaba como un rumor, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha establecido una alianza con la fracción de Los Chapitos para enfrentar a La Mayiza, según dijo Eduardo Guerrero, especialista mexicano en temas de seguridad, entrevistado por Leo Zuckerman en Foro TV. Es más, dice Guerrero, para garantizar el pacto, y seguramente la estrategia, uno de los hermanos Guzmán, Jesús Alfredo, fue traslado a Jalisco para estar bajo la protección del Mencho, el capo máximo del CJNG. Por su parte, el 18 de octubre pasado la plataforma informativa Infobae explica el fundamento de la alianza:

“Ante el avance de La Mayiza en la guerra interna y los ataques que esta facción lanzó contra los herederos de El Chapo, éstos se vieron obligados a buscar una solución para frenar el poder de los Zambada y sus aliados. Es en este contexto, según Illicit Investigations, que surge la idea de establecer una alianza con su antiguo rival: el CJNG”. Ese pacto, dice la nota, implica compromisos específicos:

“En este encuentro, ambas partes acordaron unir fuerzas para expulsar a La Mayiza de territorios clave como Zacatecas, Nayarit y Chiapas, que son estratégicos para el CJNG, mientras que Los Chapitos buscarían consolidar su control en Sinaloa, Durango, Sonora y Chihuahua (...) El pacto incluyó el intercambio de recursos, hombres, armas y dinero, además de la distribución de territorios. La unión de ambas organizaciones les permitió optimizar sus operaciones y compartir información de inteligencia. Se acordó la colaboración para la distribución de drogas, incluyendo la gestión de laboratorios de fentanilo y la logística de tráfico de cocaína desde Sudamérica.

Tal información, de ser comprobada, tendría varias implicaciones para la vida del País. El simple hecho de que la confrontación se prolongara, aún tan sólo en Sinaloa, tendría enormes repercusiones en la vida económica del estado y, por la importancia de nuestro estado en la producción nacional de alimentos, lo sería para todo México. Tal nivel de confrontación e inseguridad, aun sin contar que la guerra podría extenderse a otras regiones del territorio mexicano, inevitablemente influiría en la inestabilidad social, económica y política del País en su conjunto. Los riesgos para invertir, sobre todo de capital extranjero, podrían crecer y, por lo tanto, las inversiones tenderían a disminuir.

Y todo ello sin contar la reacción inmediata que habría tanto en Estados Unidos como en México si triunfa Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre con su propuesta económica proteccionista. De paso habría que comentar que, probablemente, nunca había aparecido la palabra Sinaloa en una campaña electoral de Estados Unidos, y ahora lo ha hecho en los discursos de Kamala Harris y Trump por el tema del narcotráfico.

En Chiapas, particularmente en la frontera con Guatemala, estamos presenciando el otro escenario central de la guerra narca. Ahí, desde hace meses hemos leído, escuchado y visto en los medios, que se confrontan por su control los cárteles de Sinaloa y JNG. Si la nueva alianza Chapitos-CJNG es cierta y la guerra en Chiapas continúa esto querría decir que el enfrentamiento es entre la fracción de “El Mayo” y CJNG-Chapiza. Es más, dice Eduardo Guerrero, la nueva alianza ya tiene nombre, conformando un nuevo cártel: Fuerzas Especiales Unión.

Lo grave de la situación en Chiapas, analiza el editor de La Jornada, Luis Hernández Navarro, es que el EZLN ha denunciado la invasión de sus terrenos por los narcotraficantes y ha declarado que defenderá sus zonas de influencia, lo que podría implicar, apunta Hernández, la generalización de una guerra civil en el extremo sur de México.

Ya antes, desde que empezó la guerra narca de Sinaloa, a través de diferentes medios se había mencionado que la fracción de “El Mayo” se había aliado con diferentes grupos de Sonora, Baja California, Durango y del propio Sinaloa, lo que ya implicaba un escalamiento de la confrontación; pero el paso que dieron los hermanos Guzmán, en caso de ser cierto, tendría connotaciones de altísima conflictividad y complejidad.

En un contexto así, los desafíos del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum son mayúsculos, mucho más graves que los que heredaron los anteriores gobiernos a López Obrador. Es evidente que la estrategia del ex Presidente fracasó rotundamente y le dejó a la primera mujer que preside a México una tarea de enormes proporciones.

Los próximos meses, incluyendo 2025, tendrán una relevancia para el gobierno de la doctora Sheinbaum y el conjunto del País como pocas veces en nuestra historia reciente. El escenario se hace todavía más intrincado cuando los pronósticos de crecimiento para México en 2025 son bajos, girando alrededor del 1.3 por ciento, por debajo del promedio de América Latina, los cuales podrían ser aún menores si no disminuye la controversia constitucional por la reforma del Poder Judicial.

En medio de este escenario está Sinaloa y, más particularmente, Culiacán. Lo que hemos visto hasta el momento en esta guerra (más al estilo de una guerra de guerrillas que una guerra convencional) es que la disputa por Culiacán -a la que yo he conceptuado como ciudad global del crimen organizado- es central para su futuro. Al concentrarse las actividades bélicas en nuestra capital, todo indica que allí se definirá el destino de esta guerra y de lo que ahí derive.

No se nos olvide que lo que está en disputa es el imperio de las drogas más grande del planeta y Culiacán es su eje.

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