La finalidad del ser humano

Rodolfo Díaz Fonseca
24 octubre 2019

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@rodolfodiazf

 

El ser humano fue creado para ser feliz, no tiene alguna otra finalidad en la vida. Sin embargo, alguien podrá acotar que también existe para hacer felices a los demás. Es cierto, pero debemos tener presente que en la medida en que sea feliz podrá también hacer felices a los demás, de acuerdo a la máxima filosófica de que nadie da lo que no tiene.

Lamentablemente, nos vemos atrapados cotidianamente por multitud de pretextos, preocupaciones, afanes, detalles y nimiedades que nos hacen olvidar esta verdad fundamental.

El vértigo y frenesí del mundo actual atrapan al hombre en su viscosa telaraña impidiéndole que actúe de manera voluntaria y reposada. Quien nació con el ideal de ser feliz y conquistar nubes, montañas y estrellas se encuentra, de pronto, atrapado en las arenas movedizas de aspiraciones y deseos vanos que no colman sus ansias de eternidad, como expresó sabiamente Jorge Luis Borges, en su poema El remordimiento:

“He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados”.

El poeta reconoció que no supo permanecer fiel a la herencia y vocación que le transmitieron sus progenitores: “Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su joven voluntad”.

Triturado en las crueles fauces del remordimiento, Borges explicó cómo persiguió fantasmales ilusiones, sin permanecer firme en la fortaleza legada por sus padres: “Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías. Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado”.

¿Soy feliz o desdichado?