La esperanza
Pareciera un caso para Ripley el hecho de que desde hace 37 años los tres sismos que han dejado huella de diferente magnitud en la vida nacional se han registrado precisamente el 19 de septiembre. Así sucedió en 1985, en el 2017 y en el lunes de esta misma semana. Algunos sismólogos entrevistados dijeron que, en principio, no encuentran explicación científica en torno a ese puntual encuentro cronológico, solo atribuible a una auténtica y asombrosa coincidencia.
Desde luego que el sismo de 1985, de 8.1 grados de intensidad, pervive como el siniestro más letal de que se tenga memoria en los anales de nuestro País, pues la Ciudad de México registró un saldo imprecisable, en torno al cual hubo versiones que lo estimaron en alrededor de 10 mil muertos. Aquel terrible evento dejó una oscura huella de luto y dolor, pero su secuela en el rescate de las víctimas ha dejado la impronta luminosa de la solidaria intervención de un pueblo cuya entrega quedó ante el mundo como ejemplo del valor humano.
El sismo del 2017 también escribió un obituario con los nombres de las víctimas del derrumbe de un edificio de apartamentos, y de otros inmuebles, así como los escolares que perdieron la vida en el céntrico Colegio Rébsamen cuyo colapso abrió una carpeta de investigación ante un posible acto de negligencia por parte del plantel. También en este caso la tarea de rescate abrió durante varios días un espacio a la entrega solidaria de los capitalinos.
Aun cuando también alcanzó una intensidad de más de 7 grados, el sismo de esta semana registró un saldo de dos muertos por el derrumbe de una barda, y la secuela deberá ser el apoyo puntual a los damnificados por daños materiales en numerosas comunidades de Colima donde muchos afectados reportaron pérdida total de su patrimonio. El embate telúrico del 85 se registró minutos después de las 8:00 de la mañana, pero los dos más recientes iniciaron con unos pocos minutos de diferencia alrededor de las 13:00 horas, lo cual establece una pasmosa y, por lo visto, inexplicable coincidencia.
A través del tiempo, más allá del luto y el dolor ante el saldo fatal, esta secuencia sísmica ha legado el paradigma de nobleza de un pueblo dispuesto a entregarse estoica y heroicamente en una tarea que requiere de esa solidaridad humana cada vez más requerida en nuestro azaroso presente. Y ahora surge la observación de que, entre los inmuebles dañados por el sismo del lunes, los hospitales y centros del Sector Salud ocupan un preocupante lugar.
Cuando la justicia parecía mantener curso en torno al asesinato de Javier Valdez Cárdenas, la liberación de Dámaso López Serrano, “el Mini Lic.”, avalada por las autoridades judiciales de Estados Unidos, representa un insólito atentado al extender el ignominioso cobijo de la impunidad a favor del asesino intelectual del escritor y periodista sinaloense.
López Serrano permanecía preso en Estados Unidos acusado de varios delitos conectados con el narcotráfico, en tanto que las autoridades mexicanas gestionaban su extradición a nuestro país para juzgarlo por su responsabilidad en el asesinato de Javier Valdez Cárdenas, trámite que por ahora ha quedado sin efecto, lo mismo que la justicia que dependía de un fallo judicial en Estados Unidos. Ahora, con la liberación del “Mini Lic,” esa expectativa se hunde en la incertidumbre, en medio de la confusión y la indignación.
Valga, como paliativo de la frustración y de la desesperanza ante los arteros atentados contra la aplicación de la justicia, una realidad sin duda reconfortante para el castigado ánimo; tal es el curso de la ruta crítica del Covid-19 que actualmente registra una clara tendencia a la baja, tan importante y sostenida que las autoridades de Salud en todos sus órdenes coinciden en contemplar el final de la pandemia.
Por su parte, las autoridades mexicanas, representadas por el Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, secunda ese alentador anuncio, aunque la OMS recomienda mantener la guardia mediante los adecuados y recomendables cuidados preventivos a fin de apoyar la prevalencia de esta creciente presencia de la esperanza.