La economía y el futuro de México

Rafael Morgan
13 julio 2024

Las columnas anteriores sobre las ideas de autosuficiencia y “soberanía” nacionales provocaron (en los dos o tres lectores que las leen), que se incluyera también lo que se llamaría la “soberanía en la economía”, y tienen razón, pues si en algo no se debe perder control y soberanía es en lo económico, principalmente en elementos como la deuda pública, el costo de los intereses, el PIB, la competitividad, la tecnología, etc.

El crecimiento del Producto Interno Bruto en este sexenio ha sido el menor prácticamente desde 1940, ya que si se calcula un crecimiento de 2.5 por ciento para 2024, en los 6 años apenas se tendría un incremento del PIB de escasamente 6 por ciento, es decir, el país habría aumentado su PIB en 1 por ciento anual, cifra nunca vista en varios sexenios anteriores, es decir, en lo que sí es importante, hemos sido insuficientes y según el economista en jefe de BBVA México, Carlos Serrano, el PIB per cápita, habrá disminuido ya que el crecimiento anual de la población ha sido mayor que el crecimiento del PIB.

En cambio según Gabriel Yorio, Subsecretario de Hacienda, la deuda pública del sector público federal “es un indicador que está estable en este momento”, pero lo cierto es que en 2012 el Presidente Calderón heredó una deuda pública del 32.4 por ciento del PIB (alrededor de 10 billones de pesos) y el Presidente Peña Nieto en 42.5 por ciento del PIB, el Presidente López Obrador le heredará a su sucesora una deuda de más de 47 por ciento del PIB, si bien el propio Subsecretario Yorio reconoce que “el saldo histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público será de 51.3 por ciento del PIB, al cierre de 2024”, es decir habrá que esperar más deuda pública para el sexenio próximo y por lo pronto, la deuda pública por habitante asciende ya a “más de 128 mil pesos, 54 por ciento más que en 2018”. Esto es, tenemos menos crecimiento pero debemos más.

La organización México Evalúa, informa que “aunque la recaudación tributaria está en niveles máximos históricos de más de 7 billones de pesos, un incremento de 1 por ciento sobre 2023, estos han sido insuficientes ante la caída dramática de los ingresos petroleros... que en este sexenio sólo aportaron el 15 por ciento de los ingresos federales, mientras que en sexenios anteriores han aportado más del 30 por ciento.

La reducción total de los ingresos debió haber provocado un mayor control del gasto público, pero aunque se restringió el gasto en salud, mantenimiento, en materiales de consumo y otros, se invirtió en las obras insignia del régimen, agotando los fideicomisos y fondos de reserva y, lo más grave, generando altos déficit como el de 5.9 por ciento del PIB en 2024, por encima del 4.3 por ciento de 2023 y 2022, que la calificadora Fitch Ratings los menciona como factores de alto riesgo.

Como consecuencia de este problema de la deuda pública creciente, se alcanzó otro récord con el costo financiero de la misma en el mes de febrero, en el que se causaron intereses por casi 75 millones de pesos y se calcula que este año el pago de intereses ascienda a un billón doscientos mil millones de pesos y cada vez que el gobierno refinancia algún vencimiento, lo tiene que hacer con mayores tasas de interés.

Funcionarios de la próxima administración de la presidenta electa Clauda Sheinbaum, han prometido que bajarían el déficit fiscal a la mitad, pero el propio subgobernador del Banco de México Jonathan Heath declara que “nadie cree eso porque es muy difícil” y la propia Presidenta electa, en su campaña política y aun posteriormente, ha hecho promesas de inversiones y de gasto público que difícilmente podrá cumplir pues no hay fondos de reserva que “ordeñar”, las aportaciones de Pemex han sido cada vez menores, no se ha hablado de alguna reforma fiscal y hay que considerar que de los ingresos tributarios el 52 por ciento provienen de los Grandes Contribuyentes y más del 50 por ciento de los contribuyentes se ubican en la economía informal que pagan pocos impuestos, razón por la cual no se aprecia cómo aumentarían los ingresos públicos.

El otro elemento es el del crecimiento basado en la inversión extranjera directa que quiera aprovechar el factor nearshoring, pero esas nuevas inversiones requieren de servicios públicos, carreteras, puertos, comunicaciones y personal capacitado en las nuevas tecnologías, de todo lo cual se carece actualmente.

Finalmente el futuro nos alcanzó en seguridad, educación, competitividad, eficiencia, productividad, innovación, estado de derecho y confiabilidad. El panorama no se ve bien, para el próximo sexenio. Habrá que confiar en la Divina Providencia.

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