La deuda educativa y los desafíos de la nueva Presidenta

Ángel Leyva
03 octubre 2024

El sexenio de Andrés Manuel López Obrador ha llegado a su fin y, oficialmente, después de más de dos siglos desde la conformación de nuestro País, México tiene a la primera mujer Presidenta en su historia. Este acontecimiento debería ser motivo de mayor celebración, de no ser porque se propone continuidad en áreas que no fueron debidamente priorizadas por el gobierno saliente, como es el caso de la educación.

La educación va más allá de narrativas y palabras vacías; exige cambios profundos que realmente transformen las comunidades escolares. Para lograrlo, es fundamental contar con un diagnóstico sólido que integre la participación de los distintos actores educativos y que sea pertinente a los desafíos del sistema. Es esencial tener una visión a largo plazo que trascienda sexenios y que responda a los grandes retos y dificultades que aún persisten en la realidad de niñas, niños y jóvenes (NNJ). En este sentido, hay aspectos en el sistema educativo que requieren un cambio de dirección y no sólo continuidad de las políticas existentes.

No se garantiza el derecho a aprender cuando los estudiantes no están en la escuela. A pesar de su importancia para el desarrollo pleno de las personas, la exclusión de las niñas y niños comienza desde la primera infancia. La atención educativa entre los 0 a 2 años disminuyó del 9 al 5.7 por ciento, y entre los 3 y 5 años bajó de 79.8 al 76.2 por ciento, lo que muestra la urgente necesidad de revertir esta situación.

Actualmente, sólo una cuarta parte de los estudiantes que inician la primaria pueden concluir su educación superior, y esto afecta principalmente a las y los alumnos que enfrentan mayores condiciones de marginación. Esto se muestra en la reducción de la cobertura de estos grupos poblacionales, que disminuyeron en 1.4 puntos porcentuales en educación básica y 0.5 en media superior.

Además de la cobertura, debe garantizarse que las NNJ aprendan y participen. Sin embargo, los resultados de las evaluaciones en la prueba Pisa mostraron que los estudiantes mexicanos de 15 años se encontraban en muy bajos niveles de desempeño en matemáticas, lectura y ciencias. Asimismo, la resistencia de las autoridades propició la cancelación de evaluaciones censales como Planea y la salida de pruebas internacionales como el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) aplicado por la Unesco, lo que ha propiciado que se pierda información valiosa para la toma de decisiones y la mejora educativa.

El sexenio de López Obrador dejó deudas pendientes con las comunidades escolares. Todavía hay escuelas en las que lo básico no está garantizado y carecen de las condiciones de infraestructura, equipamiento y servicios básicos que les brinden a las y los alumnos espacios dignos para aprender.

Los docentes quedaron esperando la revalorización. Sin embargo, se dejaron de lado las escuelas formadoras, hubo una gran inconformidad con la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros y un deterioro de su profesionalización. Lo anterior fue muy notorio con los escasos 96 pesos que se invirtieron por docente al año (2024) para su formación continua, dejando de lado esta urgente necesidad. Esto, junto con las graves afectaciones que dejó la pandemia y la implementación de la Nueva Escuela Mexicana, que en muchos casos dejó solos a los docentes y directivos fueron asuntos pendientes sin resolver.

Finalmente, otra de las deudas de esta administración fue la disminución de apoyos para atender la equidad y la inclusión educativa. Además de las carencias en instalaciones adaptadas para personas con discapacidad -donde sólo el 28.4 por ciento de las escuelas de educación básica y el 40 por ciento de las de educación superior cuentan con estas adecuaciones-, el sexenio se caracterizó por la eliminación de programas fundamentales. Esto incluye la atención a la diversidad indígena, la población escolar migrante y las Escuelas de Tiempo Completo. Este último programa había demostrado ser efectivo para mejorar los aprendizajes, especialmente entre los estudiantes que enfrentaban mayores condiciones de marginación.

Si Claudia Sheinbaum quiere ser recordada como la Presidenta de la educación, el reto no será sencillo. Más allá de buscar la continuidad de un proyecto educativo que no priorizó la educación y que dejó deudas con las comunidades escolares, es necesario ajustar y mejorar. Con la participación de todas y todos seremos capaces de cambiar el rumbo y dirigirnos a un futuro en el que las y los alumnos sean la verdadera prioridad.

- Director de investigación en Mexicanos Primero Sinaloa