La desaparición de los rituales
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En esta ocasión me gustaría compartir la recomendación de un libro que me parece debería estar presente en las diversas reflexiones que nos planteamos durante la experiencia de la pandemia del covid 19. Se trata de “La desaparición de los rituales, una topología del presente”, la más reciente publicación del filósofo coreano Byung-Chul Han, el cual me parece oportuno analizar pues en él se leen contenidos muy relacionados con en este tiempo de cuarentena.
El texto aborda algunos temas, que si bien no forman parte de nuestro lenguaje popular, si en cambio son parte de nuestros asuntos cotidianos, tanto en lo individual como en lo social. Cuestiones como la necesidad de la autenticidad en los individuos, los ritos en nuestra comunidad, la fiesta, la religión y el descanso, el sentido de la vida y el significado de la muerte, la seducción y la pornografía, entre otros, son parte de la reflexiones que sin lugar a dudas constituyen la forma en que concebimos al mundo y la manera en que hemos aprendido a vivir dentro de la trama ideológica, social y económica del neoliberalismo en los últimos 30 años y que ciertamente se agudiza en estos días difíciles de confinamiento.
A pesar de lo que pudiera creerse de este libro, pensado desde la mirada filosófica y por consiguiente complejo, me parece que los temas pueden revisarse desde la mirada cotidiana de cualquier persona dispuesta a extender su criterio y juicios sobre el entendimiento de la vida en el tiempo presente.
Para algunos críticos de la obra de Byung-Chul Han, este último texto se considera la síntesis de los temas tratados en sus anteriores publicaciones, entre los que destacan “La sociedad del cansancio”, “Psicopolítica”, “El aroma del tiempo”; que como bien lo menciona el sociólogo argentino Miguel Ángel Forte, en “La desaparición de los rituales”, podemos encontrar muchas referencias a estos ejercicios previos de reflexión.
A pesar de que éste fue editado en 2019, sus temas retoman especial vigencia en este período de obligado aislamiento, en el que la separación casi total de lo que sucede afuera de nuestras casas, nos adelanta nuevas prácticas de relación social en todos los sentidos y se enuncia en la pérdida de los actos y ceremonias a los que como sociedad estábamos acostumbrados y que tienen que ver con la ritualidad que nos reúne como comunidades, brindándonos un significado más allá del ser individual, que se conforma en la vida simbólica y cobra presencia en nuestro entendimiento sin la necesidad de comunicarnos con palabras. Una forma de comunicarnos que al irse perdiendo se va disipando también la vida comunitaria.
“La desaparición de los rituales” es un ejercicio de reflexión en el que el autor acusa el imparable crecimiento de una forma de comunicación sin la presencia del otro y que en esta nueva realidad cobra mayor sentido, en tanto se prescinde cada vez más de los ritos entendidos como acciones simbólicas que transmiten valores y órdenes que mantienen cohesionada una comunidad, como el saludo de mano, considerado como el más básico de todos los rituales, ahora inadmisible; mientras que vivimos una suerte de interconexión digital para comunicarnos, en el que cada vez más predomina una comunicación sin la experiencia comunitaria.
Sin embargo, la comunicación a través de medios digitales no aparece con la pandemia, este fenómeno de la tecnología tenía ya una creciente presencia en nuestras vidas. Un hechos público que se intensifica de forma singular, donde no sólo se modifica el espacio de relación social, sino el uso y valor del tiempo entre los individuos, lo que contrasta sus estilos de vida hasta antes de la era del Covid 19, tiempo en el que lo apresurado de la rutina laboral y las necesidades creadas del consumo interminable, consume también la vida frente a nuevas aspiraciones que sirven como objetos del consumo individual, convirtiendo en mercancías los valores de la justicia, la humanidad o la sostenibilidad. Un estilo de vida en el que la opción de cambiar al mundo, es posible siempre y cuando sea a través del consumo. Una época en el que se puede tener acceso a todo lo bueno de la vida, mientras puedas comprarlo.
El autor hace una muy interesante y reflexiva crítica al neoliberalismo, como aquella forma de vida que explota la moral de muchas maneras, donde los valores morales se consumen como signos de distinción, dirigidos a la cuenta del ego para aumentar la autovaloración e incrementar la autoestima narcisista en la búsqueda de la autenticidad. De ahí la necesidad de ser diferente del otro, de la penuria constante de estarse comparando y ser mejor que los demás. De sentirse emocionalmente superior. Por ello las cosas que se consumen, son mercancías cargadas de la emoción de sentirse sobresaliente, sin embargo, como el autor afirma: “las emociones son más efímeras que las cosas. Por eso no dan estabilidad en la vida. Además, cuando se consumen emociones uno no está referido a las cosas, sino a sí mismo. Se busca la autenticidad emocional”.
Sin duda un texto muy recomendable para la reflexión profunda de nuestros estilos de vida, que bien vale la pena revisar y anticipar los cambios que se tendrán que asumir al final de esta inusitada y a la vez terrible pandemia que nos ha tocado vivir.
Hasta aquí mi recomendación, los espero en este espacio el próximo martes.