La crisis de la agricultura comercial: una oportunidad de renovación

Eduardo Paláu
30 noviembre 2019

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epalaublanco@yahoo.com.mx

Ahora que ya el Gobierno federal ha dado el golpe a la agricultura comercial, eliminando totalmente los apoyos al ingreso objetivo, no así los apoyos al fomento a la agricultura, un programa lleno de corrupción: es tiempo que los organismos agrícolas saquen la casta; ya no es tiempo de solo llorar. 

 

Parece que este ya es palo dado. No sé qué están pensando los organismos agrícolas ejidales, privados y otros líderes sobre qué hacer. Pero se me antoja, que independientemente de las manifestaciones que realicen, las organizaciones de productores deben aprovechar esta oportunidad para plantearse nuevos caminos de superación. La decisión del Congreso, al aprobar el Presupuesto de Egresos, oficialmente inicia una crisis para la agricultura comercial. Esta crisis, cuando menos, debe plantear una oportunidad de renovación. Obliga a las agrupaciones agrícolas a enfrentar el desafío de una renovación organizacional. Necesario hace ya bastante tiempo. Como todas las organizaciones, necesitan renovarse; para eso necesitarán necesariamente apoyo externo.


Se inicia para la agricultura comercial una crisis en la que deberán asumirse los productores organizados. Las crisis sirven para renovarse y redefinirse, revisar y reorientar rumbos; pero hay varias opciones: 1) la desaparición de la agricultura y de las organizaciones agrícolas privadas y ejidales, que no sucederá en una sola temporada agrícola, pero que seguramente puede ser este el punto de quiebre. O 2) la renovación de visiones y metas, con planeación a largo plazo. Pese a que la organización actual no puede considerarse como ideal para la renovación y enfoque a largo plazo. Con el claro objetivo de buscar a toda costa la rentabilidad.


Esto implicará un cambio drástico en su funcionamiento: las organizaciones: necesitarán desburocratizarse, darle mayor continuidad a sus dirigentes de alguna forma que los obligue a ver más a largo plazo, contratar a sus ejecutivos por su capacidad comprobada y capacidad de liderazgo. 


Gilberto Ceceña en este mismo periódico, en varias historietas insiste en la necesidad de pasar “de ejidatarios a Empresarios del Campo” como en el caso de los productores menonitas de ciudad Cuauhtémoc que han pasado de productores a empresarios en una amplia gama de actividades; también pone como ejemplo a los horticultores sinaloenses, que me consta que han sabido superarse, porque son empresarios que han innovado constantemente durante más de 25 años, que hacen a los productores americanos de tomate en Florida, luchar desesperadamente para eliminarlos o paralizarlos. Hasta la fecha no lo han logrado, a pesar de su obstinación. Y la lucha seguirá. 
Los productores de granos (maíz entre otros) tienen que organizarse y trabajar intensamente para buscar resistir el difícil futuro que les espera a partir de este año; no esperando los apoyos del Gobierno federal.


Las organizaciones de productores no pueden seguir pasivamente esperando los golpes. Estas deben servir para encabezar la lucha por la supervivencia, verdaderamente con un enfoque proactivo. Desgraciadamente se ha perdido mucho tiempo y muy poco se ha avanzado. El productor y sus dirigentes no pueden seguir esperando que alguien les resuelva su problema. Ellos tienen que encabezar esos esfuerzos, buscando toda la ayuda externa necesaria.


Un buen amigo, con quien estreché lazos, por mi colaboración en Noroeste, me comentaba lo siguiente: “que los agricultores son corto placistas, buscan en forma prioritaria y única los apoyos y los precios de las cosechas; sin embargo, no se dan cuenta que tienen que planear el futuro... el maíz se convirtió en un monocultivo y no se tienen otras opciones”. Se tiene que abandonar la visión corto placista. Los presidentes y miembros de los Consejos Directivos de las Asociaciones de Agricultores y de CAADES se definen por eliminación y no por capacidad. 


Los organismos no tienen misión, visión, objetivos a corto, mediano y largo plazo, plan de trabajo, presupuestos, definición de las funciones del consejo y equipo gerencial, etc. Y estos que no sean solo temas de discurso. Los productores tienen que apoyar la investigación agrícola como prioridad”. Claro, agrego yo, no solo creando más burocracias pasivas. Hace falta apoyar el uso eficiente del agua, no solo en declaraciones. 


Las reuniones de los consejos son prácticamente clubes sociales (que no tengo problema con ellos), cuando urge un proceso de planeación estratégica. Pero hace falta un esfuerzo serio de reflexión. 


Ha habido ya algunas acciones en el camino correcto, como la implementación por un grupo no despreciable - pero todavía pequeño- de productores en la labranza de conservación y que el CIMMIT ha estado impulsando decididamente. Esto tiene que llevarse a toda la producción de maíz. Las organizaciones agrícolas se han unido en este esfuerzo, pero todavía no es suficiente. Esto contribuiría a disminuir decididamente las asimetrías y necesidad de apoyos. Es una forma concreta de preocuparse por su competitividad, además de otros beneficios de tipo ecológico.


La agricultura ahora enfrenta una crisis y estas son finalmente oportunidades de cambio y renovación. Para un auténtico cambio que les de nuevo rumbo y reglas de autocontrol.  Establecer reglas respecto al perfil de los consejeros y funcionarios, y normas de conducta de sus funcionarios y miembros del consejo.


Con participación de productores activos en las organizaciones; presidentes anteriores prestigiados, que puedan aportar su experiencia para definir y proponer otras medidas que le den un mejor futuro a las organizaciones. 


Donde la corrupción y prevalencia de intereses particulares desaparezca, a favor de los intereses auténticos de las organizaciones, promoviendo una reflexión colectiva. Y me atrevería a proponer la modificación de la legislación y estatutos para elegir un presidente profesional, que difícilmente aceptarán, para que asegure una administración más eficiente y con objetivos a largo plazo, donde surjan nuevos empresarios. Y finalmente la absoluta despolitización de los organismos todos, incluidos los ejidales que han servido para esto y no para la producción.