La crisis climática es una crisis de los derechos de la niñez
Quizá llevamos décadas escuchando y hablando del cambio climático, pero la realidad es que la crisis climática ya no es un problema del futuro, está aquí y ahora. La degradación ambiental se ha convertido en un factor que pone en riesgo los derechos de las niñas, niños y adolescentes en general, y sobre todo en su derecho a un ambiente limpio, saludable y sostenible.
La crisis climática amenaza directamente la capacidad de las niñas y los niños para sobrevivir, crecer y prosperar. Los fenómenos meteorológicos extremos ponen en riesgo sus vidas y destruyen la infraestructura para su bienestar, ya que son física y fisiológicamente más vulnerables a las crisis climáticas y ambientales que las personas adultas.
Las niñas y los niños son menos capaces de soportar condiciones climáticas extremas como inundaciones, sequías, tormentas y olas de calor, y en realidad, no tendrían por qué resistir estas condiciones. La mayor amenaza para nuestro planeta es la creencia de que alguien más lo va a salvar.
Desde Save the Children hemos observado que, gracias a la crisis climática a la que nos enfrentamos, 35 millones de niñas, niños y adolescentes están bajo amenaza en la temporada de huracanes más activa registrada en el Atlántico.
La temporada de huracanes en el Atlántico comenzó oficialmente este mes y se prolongará hasta finales de noviembre. Los investigadores de la Universidad Estatal de Colorado (CSU) prevén 23 tormentas con nombre esta temporada, de las cuales 11 se convertirán en huracanes y cinco alcanzarán la categoría de huracán mayor (categoría 3-5). Por su parte, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos pronostica que el Atlántico Norte podría registrar hasta 25 tormentas con nombre y entre cuatro y siete huracanes de gran intensidad de aquí a finales de noviembre.
Según los investigadores de la CSU, este nivel de actividad es un 170 % superior a la media de la temporada de 1991-2020, debido principalmente a las temperaturas récord de la superficie del mar debido al cambio climático inducido por el hombre, el desarrollo de las condiciones de La Niña en el Pacífico, la reducción de los vientos alisios del Atlántico y la menor cizalladura del viento. Las tormentas que se desplazan por aguas oceánicas más cálidas absorben más vapor de agua y calor, lo que acelera la velocidad del viento y puede causar más daños si la tormenta toca tierra.
A medida que la crisis climática intensifica la frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos y las zonas costeras se van poblando, millones de niños, niñas y adolescentes de zonas propensas a las tormentas se enfrentan a mayores riesgos como inundaciones, corrimientos de tierra, daños en viviendas y escuelas, mayor exposición a enfermedades e incluso la muerte.
Para la niñez que ya está en desventaja, los riesgos del cambio climático son aún mayores. A medida que los eventos climáticos se vuelven más frecuentes e intensos, las familias más pobres enfrentarán dificultades cada vez mayores para recuperarse. Los efectos combinados del cambio climático y la degradación ambiental están exacerbando las desigualdades existentes y empujando a las niñas, niños, jóvenes y mujeres más pobres y vulnerables a la pobreza, lo que impulsa la migración y la tensión social.
La emergencia climática es una carrera que estamos perdiendo, pero es una carrera que podemos ganar. Como bien dijo Wangari Maathai, defensora y activista medioambiental (Premio Nobel de la Paz en 2004), “La generación que destruye el medioambiente no es la generación que paga el precio. Ese es el problema”.
En Save the Children mantenemos nuestro compromiso para que la niñez, sus familias y sus comunidades sean más resilientes; sin embargo, hacemos un llamado a la sociedad en general para que se haga consciencia, se informe y, desde sus acciones, sume a que el planeta sea un lugar seguro para el presente y el futuro.
No tendremos una sociedad si destruimos el medioambiente. El momento de actuar ya no puede esperar.