La conspiración del rosa y la amenaza cromática

Claudia Calvin
22 mayo 2024

Debo confesarlo, nunca pensé que un color pudiera ser tan amenazante y poner en riesgo la unidad nacional. Hay colores estridentes, intensos, cálidos, fríos, pero ¿colores subversivos? Jamás lo imaginé, pero así es la realidad, cuando crees que has visto y escuchado casi todo, te das cuenta de que la realidad siempre, siempre, supera a la ficción y que hay latitudes en las que el realismo mágico es, en realidad, una forma de llamarle al costumbrismo.

¿Quién diría que el rosa -sí, el rosa- es un color capaz de generar divisiones y amenazar la unidad nacional? Yo hubiera pensado que la amenaza real la plantean las posiciones polarizantes, las mentiras, la desinformación, el uso faccioso del poder, la corrupción, la políticas excluyentes, la amenaza del poder, la censura, la compra de los votos, el uso de programas de gobierno para fines electorales, el uso de recursos públicos para la creación de programas clientelares y partidistas, la infiltración del narco en la estructura del poder, pero me doy cuenta de que he vivido en el error por muchos, muchos años.

Vengo a descubrir que el rosa es un color que amenaza y que hay personas que hoy se envuelven en la bandera de ese color a nombre del respeto a las instituciones para que nadie más lo use y pueda generar inestabilidad y poner en riesgo la paz.

¿Quién lo diría? Es un color con un potencial profundo de desestabilización. No tiene nada de inocente y en su naturaleza misma esconde su doble juego.

Es cierto que el rosa ha sido usado históricamente en diversas luchas y a veces ha sido utilizado para estigmatizar y otras para denunciar. Recientemente ha sido usado para demostrar solidaridad con las sobrevivientes del cáncer de mama y a finales del siglo pasado también fue usado el triángulo rosa como un símbolo de identidad de la comunidad LGBTQI+ -aunque originalmente los nazis quisieron usarlo como un símbolo de vergüenza para señalarles- pero la fuerza de dicho movimiento lo convirtió en un estandarte de libertad y búsqueda de reconocimiento. Gracias al marketing de Mattel, ahora el rosa de Barbie se ha convertido en símbolo de empoderamiento y feminismo.

Pero no puedo dejar de preguntarme, ¿será que detrás de estas causas existe una agenda oculta que debemos conocer y será necesario crear una especie de “Checa cromática” para que desde el poder se autorice el uso de los colores y específicamente el de este peligroso color? Entiendo que el gran desafío lo plantea el Pantone Rhodamine Red-233U (diseñadores, si he cometido un error, por favor, corríjanme), pero son tantos los matices que será necesario un grupo de diseñadores y diseñadoras expertas en la gama cromática para definir qué colores se pueden usar y cuáles no.

Pienso en el morado y las gamas de violeta que se emplean como símbolo del feminismo. Pues claro que son peligrosos, implican el uso del rosa con un poco más de azul. Una vez más, el rosa subversivo se esconde detrás de otros colores para manifestar sus oscuras intenciones.

Acaba de entrarme una profunda preocupación: ¡nuestra bandera! Si al águila que devora la serpiente se le ocurre mezclar el blanco con el rojo el resultado será... ¡el rosa! ¡Qué peligroso!

El gran riesgo es que ese color caiga en manos de quienes quieren desestabilizar al País proponiendo ideas d-e-m-o-c-r-á-t-i-c-a-s para enmascarar sus verdaderas intenciones. ¿Se imaginan todo lo que puede suceder si se añaden otros colores como el azul o el amarillo? Se crearán distintas gamas y tonos de rosa que pueden confundir y dividir a las personas. En el fondo, el coral y el color lavanda son prestanombres del rosa, porque ocultan tras una paleta de colores su agenda real.

Tal vez lo más sensato sea prohibir el uso de colores para evitar confusiones y declarar que el único color permitido sea el Pantone 7421, aunque habría que decir que también lleva escondido en alguna parte el rosa. Siempre existe el riesgo, pero si se declara que sólo se puede usar ese color y que todo debe ir en ese tono, se acaban los problemas, las divisiones y todo queda teñido igual para evitar confusiones y discusiones innecesarias. El gran problema lo tendría ahora la industria vitivinícola, pues los tintos correrían el riesgo de ser acusados de querer usar el color de la unidad para sus propios y lucrativos fines.

Creo que lo que me queda más claro después de este descubrimiento es que la policromía en sí es peligrosa y lo más seguro es la monocromía: permitir algunas variaciones del mismo color -siempre supervisado, por supuesto. Con reglas claras respecto al uso del color no hay riesgo alguno de desestabilización ni de permitir que los detractores y enemigos puedan hacer de las suyas.

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Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo

@LaClau

www.mujeresconstruyendo.com

Animal Político @Pajaropolitico