La colina sagrada
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@rodolfodiazf
Las colinas, o montes, son pequeñas elevaciones a comparación de las montañas. Desde la antigüedad se les confirió un valor sacral, pues lo elevado -además de ser idóneo para construir fortalezas que resguarden de los ataques de los enemigos- es considerado también un lugar especial para tener contacto con la divinidad.
Moisés recibió las tablas de la Ley en el Monte Sinaí; Jesús proclamó la carta magna del cristianismo en el Monte de las Bienaventuranzas; la Acrópolis fue construida en la parte más alta de Atenas; la Catedral de Washington se erigió en la colina más alta de la ciudad; la ciudad de Roma se levantó en el enclave de siete colinas (El Vaticano, El Gianicolo y El Pincio no están consideradas entre estas colinas).
No terminaríamos de enumerar en este espacio todas las construcciones que responden a estas características, pero no podemos dejar de lado que la aparición de la Virgen de Guadalupe fue en el cerro del Tepeyac; el monumento a Cristo Rey se levantó en el Cerro del Cubilete, el famoso Cristo del Corcovado domina a la ciudad de Río de Janeiro; el templo de la Virgen de Guadalupe en Culiacán está construido en La Lomita, donde originalmente se erigió una capilla pequeña o ermita, y los famosos monasterios griegos merecen una consideración aparte, incluso Meteora significa “suspendido en el aire”.
Me disculparán la referencia personal, pero todo esto viene a colación porque hoy cumple el primer aniversario de fallecimiento mi hermano Rubén y, entre las muchas películas y música que le gustaban volví a ver antenoche el clásico western “Shane”, filmado en 1953, con el tema musical “El llamado de la lejana colina”.
Cada uno escucharemos también el llamado para acudir a nuestra cita en esa sagrada colina.
¿Me preparo adecuadamente?