La censura presidencial
El 16 de noviembre de 2022 debía estrenarse en la plataforma Netflix, la película ¡Qué Viva México! La catorceava obra del cineasta mexicano Luis Estrada Rodríguez, director, entre otras, de las exitosas sátiras políticas, La Ley de Herodes, El Infierno, y La Dictadura Perfecta.
Luis Estrada había anticipado hace algunos años, que su siguiente proyecto sería muy personal, de mucha sensibilidad; el tema, la migración. Pero ocho años después de su última película, Netflix anunció el estreno de ¡Qué Viva México! Para el 16 de noviembre... pero no sucedió.
No es la primera ocasión que a Estrada se le impide estrenar una película en el tiempo programado para ello. Los obstáculos que ha debido enfrentar con la censura presidencial han sido harto públicos.
En 1999, cuando el PRI gobernaba el país y la gran mayoría de las Entidades Federativas, la censura persiguió al filme La Ley de Herodes, en el cual Estrada parodiaba al sistema político priísta abusivo, de cacicazgos en los pueblos, de excesos de poder, de crímenes, transas, modificaciones a modo de las leyes, con la premisa de imperar la Ley de Herodes, “o te chingas o te jodes”. A pesar de los obstáculos, un año antes que el PRI perdiera la presidencia de la República por primera ocasión, la película se estrenó y fue un éxito; hasta la fecha lo es, lo mismo que una referencia de la clase política mexicana priísta y la que presume no serlo, pero cae en los excesos una vez obtenido el poder.
Once años después en el 2010, con el Partido Acción Nacional gobernado el país por segunda ocasión consecutiva, con la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa, la secretaría de gobernación, en su área especializada, le otorgó la clasificación C a la película El Infierno, de Luis Estrada, con lo que limitaba la proyección a personas mayores de edad. La movida gubernamental tenía como intención disminuir el público para la proyección del filme que parodiaba el clima de inseguridad y violencia por el que México atravesaba, y el fracaso de “la guerra contra las drogas” que emprendió Calderón.
En la película se reflejaba la vida impune del narcotraficante, la corrupción de las autoridades policíacas, la complicidad de los políticos, la migración y la violencia sangrienta. Un reflejo de lo que por entonces (y ahora) se vivía en México. Por entonces, senadores de oposición, particularmente del PRD que después transitarían a Morena, exigieron que la película fuese reclasificada, pues la categoría C era una forma de censura.
Previo al estreno de La Dictadura Perfecta, en el 2014, el director Luis Estrada vio cómo le fue retirado el apoyo que de inicio tuvo para el financiamiento, la producción, y la distribución del filme, entre otros, por la empresa Televisa. La película abordó la singular y manipuladora relación entre la política y los medios de comunicación, para favorecer a quien ostenta el poder. El personaje principal fue una mezcla entre la desfachatez del ex presidente Vicente Fox, y la banalidad del ex presidente Enrique Peña Nieto, pasando por diversos hechos de corrupción, impunidad y crimen que marcaron esa época.
Hace unos días, Luis Estrada reveló en entrevistas a medios nacionales e internacionales, cómo de nueva cuenta, en el centro del gobierno de Morena, del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y su proyecto “transformador”, se enfrentó, por cuarta ocasión, al hilo, a la censura del gobierno federal. En este caso, con la película ¡Qué Viva México!, refiere que el obstáculo fue la censura preventiva, cuando por ridículas razones, instituciones del Estado Mexicano, le negaron el apoyo y el financiamiento para su obra cinematográfica.
En una entrevista concedida al diario El País, de España, dijo al respecto: “No hay manera de que justifiquen lo que hicieron. No hay manera. Desde cualquier lectura era una arbitrariedad y un acto de censura. La censura se disfraza no es como la entendemos en su definición clásica. Pero el sabotaje es una forma de censura. El boicot es otra forma de censura. Hay censuras previas y posteriores. Hay censuras económicas, hay censuras legales, hay censuras de todo tipo. El acto de censurar es el mismo, pero no pueden tener el mismo nivel de autoritarismo e impunidad”.
En este entramado de censuras, al director Estrada le limitaron la proyección del filme en salas de cine, para su película que aborda ahora, como antes lo hizo con gobierno del PRI y del PAN, las políticas “transformadoras”, la lucha de clases, los programas sociales, la corrupción migrando de un partido a otro, la impunidad, el crimen; como en sus filmes anteriores, una parodia de la realidad mexicana en su momento, en este momento.
Vivir en México, investigar al país, analizar la idiosincrasia del mexicano, mirar a través de la lente cinematográfica, enfrentarse a la censura, le hace reflexionar al director Estrada, en la entrevista a El País: “este país está conformado por priistas. Todos somos priistas y va a llevarnos 100 años que salga de nuestro ADN. Fox era un presidente priista. Calderón es un presidente priista. Peña Nieto por supuesto que también y López Obrador es un priista de hueso colorado. El más fiel representante de lo que es el pensamiento priista. Es ser de izquierda y de derecha al mismo tiempo. Es ser católico y agnóstico; es ser machista y feminista. Porque en el priismo cabe todo, pero es parte esencial de nuestra idiosincrasia. Mi esperanza con López Obrador era que, a lo mejor, él podía empezar a sacarnos de la sangre y del cerebro nuestra cultura priista. Pero parece que no lo voy a ver. En sus hechos, en su manera de ejercer la política y de implementarla, sigue siendo priista”.
Aceptó que en todas las ocasiones en que Andrés Manuel López Obrador se presentó a un cargo público, votó por él, justificó su acción y ahora su realidad: “siempre que López Obrador se ha presentado a un cargo de elección popular, he votado por él. ¿Por qué lo hago? Pues porque los otros me parecen más lamentables. Porque tenía un discurso que yo sí le compré. Señalaba directamente a la mafia del poder. Y él me prometió que, si llegaba a la presidencia, iba a hacer justicia contra esos hijos de puta y no lo ha hecho. Se toma fotos con ellos y los invita a cenar a Palacio Nacional”.
Luis Estrada no será el único que piense así, pero sí, cómo algunos otros relatores de la realidad, es de los que se topan con la censura presidencial que no conoce de siglas de partidos, pero sí de un ejercicio abusivo del poder. En la era de Andrés Manuel López Obrador, también se censura al cine, como con el PRI, como con el PAN, como a las marchas que no son las suyas, porque la censura, como reflexiona Estrada, tiene muchas caras.