La captura, no reforma, del Poder Judicial

Rodrigo Morales M.
11 septiembre 2024

En las próximas horas el Senado de la República tomará (o ya ha tomado) una de las decisiones más graves de nuestra historia: la captura por parte del Ejecutivo y el Legislativo del otro Poder de la Unión, el último bastión del equilibrio de poderes, el contrapeso final. No se trata de una reforma, se trata de una captura.

Y esto es así porque supuestamente se atiende un mandato de las urnas. Falso: ni los electores ni la ley otorgamos la correlación de fuerzas que hoy prima en el Legislativo; el arbitraje de la autoridad electoral no fue capaz de corregir dicha distorsión y los beneficiarios insisten que atienden el mandato.

Hace seis años, cuando ese mandato fue más prístino, sin uso de programas sociales, sin desacatos presidenciales, sin acuerdos con el crimen organizado, los potentes mensajes con los que Morena ganó fueron terminar con la corrupción y regresar a los militares a sus cuarteles. No cumplieron con ninguno de esos mandatos, al contrario.

Hoy la posible captura del Poder Judicial no sólo no resuelve ni facilita el acceso a la justicia, lo agrava, incumple compromisos internacionales y deja de observar convenciones suscritas por el Estado mexicano. Las advertencias se han hecho en muchos tonos y por muchos voceros; la respuesta ha sido hacer oídos sordos.

Pero las consecuencias de esta mayoría legislativa espuria es que ya no habrá necesidad de hacer política: no hay que generar diálogo, buscar acuerdos, tender puentes. Eso queda en el pasado. Hoy basta con extender cheques para articular votaciones. La dignidad política dejó de importar; es más, pareciera que dialogar con adversarios es indigno.

Lo que hoy estamos a punto de consumar es un Poder Legislativo que no parlamenta, no habla, no platica, no le mueve una coma a los dictámenes que le llegan. Ya lo han advertido senadores oficialistas poderosos: no habrá diálogo porque ya se sabe lo que dirán sus opositores. Esa es la apertura y disposición.

Y se trata de una captura porque, según el dictamen, el origen de las propuestas para ocupar los cargos de ministros, magistrados y jueces lo hacen por partes iguales cada uno de los tres poderes: el Ejecutivo un tercio, el Legislativo otro y el Judicial el otro. Para integrar un poder, dos poderes tienen mayoría, pero no sólo eso, disponen de poderosos aparatos de propaganda para hacer triunfadoras sus opciones, en una contienda que -por lo demás- estará muy lejana de garantizar el voto informado. La base constitucional que podría aprobarse en las próximas horas para hacer realidad la elección judicial, hará extremadamente difícil e incierto el trabajo de las autoridades electorales.

Y a estos absurdos, pero sobre todo riesgos, llegamos, reitero, por una composición del Poder Legislativo que no se corresponde con la voluntad que el 45 por ciento de los votantes expresamos con claridad en las urnas. Es imprescindible que los 43 senadores que han anunciado su resistencia se mantengan, y aún más deseable que la sensatez llegue a algunos de los senadores oficialistas. Los posibles efectos de una aprobación de la reforma pueden ser devastadores.

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El autor es consultor internacional en materia electoral

@rodmoralmanz

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