La cambiante identidad
“Yo soy quien soy y no me parezco a nadie” cantó Pedro Infante en la película “La tercera palabra”. Manuel Esperón mencionó que él aconsejó a Pedro a escoger su estilo, pues intentaba cantar con voz fuerte, como Jorge Negrete. En cambio, le aconsejó musitar al oído: “Le señalé que Negrete podía dar una serenata a una señora desde debajo de su casa. Tú canta al oído, para que te escuchen. Esa es tu ventaja”, recordó en una entrevista publicada el miércoles 4 de abril de 2007 en el diario La Jornada por el reportero Arturo Cruz Bárcenas.
La letra de la canción de Esperón sugiere que la identidad marca con una peculiaridad indisoluble; sin embargo, no debemos olvidar que también evoluciona porque es un proceso inacabado que culmina con la muerte.
Jorge Luis Borges, afirmó: “En nuestra experiencia, el tiempo corresponde siempre al río de Heráclito... Es como si no se hubiera adelantado en tantos siglos. Somos siempre Heráclito viéndose reflejado en el río, y pensando que el río no es el río porque ha cambiado las aguas, y pensando que él no es Heráclito porque él ha sido otras personas entre la última vez que vio el río y ésta. Es decir, somos algo cambiante y algo permanente”.
Añadió: “Ése es el problema que nunca podremos resolver: el problema de la identidad cambiante. Y quizá la misma palabra cambio sea suficiente. Porque si hablamos del cambio de algo, no decimos que algo sea reemplazado por otra cosa. Decimos: “La planta crece”. No queremos decir con esto que una planta chica deba ser reemplazada por una más grande. Queremos decir que esa planta se convierte en otra cosa. Es decir, la idea de la permanencia en lo fugaz”.
¿Defino y actualizo conscientemente mi identidad?