La alianza que no le gustó a Higuera. Hubo un PRI que siempre le agradó
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alexsicairos@hotmail.com
A diferencia de 2010 cuando se hizo a un lado para despejarle el paso a Mario López Valdez, el priista que fue candidato del Partido Acción Nacional al Gobierno de Sinaloa, hoy Alejandro Higuera Osuna procede a alegar dignidad y vergüenza al ponerse al frente de la ruidosa desbandada en protesta por la coalición electoral entre PRI-PAN y PRD. En cuatro décadas obtuvo todo lo que quiso de las siglas albiazul; hoy que ya nada puede lograr, se va.
En la contienda panista de hace 11 años donde irrumpió López Valdez después de que armó la engañifa de brincarse las trancas del PRI, Alejandro Higuera declinó a participar en la elección interna para no estorbarle al que bajo la falsa fachada azul llevaba tatuada la militancia tricolor. Le llame como le llame con fines de amnesia convenenciera, aquella era la alianza de facto entre una parte traidora del PAN con otra parte rebelde del PRI.
Ahora le hace “fúchila”y “guácala” a la coalición “Va por Sinaloa” que integraron el PRI, PAN y PRD y que postula a Mario Zamora Gastélum, a pesar de que tiene bastante similitudes con el bloque denominado “Unidos por Sinaloa” que en la elección de 2010 llevó a Malova al poder. Recuérdese que aquella alianza también provocó malos sabores de boca a panistas y todos los que hacían gestos, “El Diablo” Higuera entre éstos, no sólo pasaron el trago amargo sino que después hasta les pareció agradable.
Higuera Osuna escenifica otro berrinche que si alguna utilidad puede tener para la alianza prianredista en la presente coyuntura electoral es la de exhibir la ausencia de cabildeos con todas las corrientes panistas en Sinaloa para que sientan suya la coalición y arropen al candidato Mario Zamora. Sin ser la primera desbandada, pues otras las encabezan Martín Heredia en Mazatlán y Miguel Ángel Camacho en Ahome, todo desprendimiento delata la deficiente reconciliación.
¿Quién tiene a cargo la operación que aglutine a los priistas, panistas y perredistas, sin que se repelan entre sí, para que hagan el intenso esfuerzo de verse como iguales construyendo una victoria electoral? Creer que las bases de cada partido se unirán en automático por el influjo del proyecto en común es tan ingenuo como pensar que Alejandro Higuera, relegado en su parcelita de poder, iba a lanzar cohetes y confeti por la entronización de Zamora Gastélum.
De seguro hay muchos panistas, quizá hasta priistas, que estén reflexionando qué ganan con la postulación y con la alianza que lleva a Mario Zamora al frente. En las visitas que el precandidato ha realizado a territorios blanquiazules registra buena recepción, sin embargo, se trata de eventos controlados que no reflejan el sentir de todas las bases, no se diga de los que creen que se alteró la esencia doctrinaria de su partido.
Volviendo al tema Alejandro Higuera, desde que en 2013 dejó de tener poder al culminar su tercer período como Presidente Municipal de Mazatlán, fue perdiendo influencia en las decisiones de su partido y después de varios intentos fallidos por ser candidato a Gobernador se atrincheró en la inconformidad intrapartidista. Es desde allí que en el contexto presente se escandaliza sin más propósito que hacerse visible de nuevo.
Toda la vida Higuera pareció más priista que panista y desde todos los puestos públicos que desempeñó se vinculó más con actores poderosos del PRI que con líderes importantes de su mismo partido, a tal grado de que los ex gobernadores Juan Millán y Jesús Aguilar Padilla llegaron a comentar que se relacionaban mejor con el emblemático político mazatleco que con funcionarios de extracción priista.
Por tales razones, la brusca repulsión a la alianza del PAN con el Partido Revolucionario Institucional no es creíble en quien rondó bastantes veces en los cotos de poder priistas. Por ejemplo, Higuera nunca mostró aversión por el PRI en el gobierno de Juan Millán Lizárraga cuando ambos formaron una rara simbiosis política que licuó las ideologías sin rubor alguno. Con Millán, Higuera se transformó en siamés del priista y ninguna mueca de asco le produjo tal mancomunidad.
Y hay muchos hechos que allí están. El 21 de diciembre de 2010 ya siendo Malova Gobernador electo Alejandro Higuera acudió en calidad de Alcalde electo de Mazatlán a una reunión en el predio “Las Lichis”, en Villa de Ahome, donde por cierto importantes políticos y empresarios priistas trazaban los beneficios a repartirse en el sexenio que iniciaría en unas cuantas horas. Ahí estaban, entre otros, Francisco Labastida Ochoa, Juan Millán Lizárraga, Fortunato Álvarez Castro, Jorge Romero Zazueta, que eran la nata del priismo. Se sentía feliz en la tinta tricolor; “son mensajes que hay que leer”, justificó.
Puede entenderse entonces que para Alejandro Higuera hay dos PRI’s: uno que lo aduló y lo benefició sin provocarle náuseas; otro, el que concretó la alianza con el PAN, que al excluirlo sin ver en él al oráculo azul que siempre fue, lo pone al borde del vómito. ¡Qué intrigantes postales nos sigue aportando la política!
Reverso
Él sólo dice lo que quisiera,
Lo que su recuerdo nombra,
La añoranza por la higuera,
La que le dio tanta sombra.
Crimen y negligencia
Hasta que la situación escale a más tragedia agregada a lo que de por sí es dramático, las autoridades estatales se pondrán las pilas para proteger a los colectivos que por medios propios tratan de localizar a familiares cuyos paraderos desconocen. Lo sucedido en la sindicatura de Culiacancito donde las “Sabuesos Guerreras” fueron persuadidas con detonaciones de armas de fuego para que se retiraran de una fosa clandestina que encontraron, avisa a tiempo del peligro latente, para que la Fiscalía General de Sinaloa y la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas hagan lo que les toca. Ya después será tarde.