La agenda ambiental en perspectiva
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Finalmente, Víctor Toledo tomó la decisión de dejar de ser Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Más allá de haber tenido esa designación, el nombre de Víctor Toledo goza en sí mismo de alta reputación debido a su amplia obra publicada, y porque es reconocido como líder intelectual en la amplia gama de pensamiento sobre ecología y medio ambiente - donde destaca de manera preponderante Jesús Martínez Alier-, en oposición al enfoque más convencional de economía ambiental (de base neoclásica).
Para quienes sabían de Víctor Toledo no fue una sorpresa que aplicara un enfoque más decidido en las áreas de competencia de esa Secretaría. Lo lamentable hubiera sido que adoptara un enfoque anodino, de no afectar intereses y dejar pasar. Por cierto, el país está plagado de viejos conflictos ambientales, que aún no encuentran una resolución adecuada.
En lo que se refiere a la agenda ambiental, la protección de la salud, frente a tecnologías y prácticas dañinas, y la protección de la biodiversidad y la conservación de los recursos naturales -particularmente suelo y agua-, el retraso es muy grande. De manera natural, la agenda ambiental es un espacio abierto para el conflicto, según lo refleja la decisión respecto a la prohibición a la importación de glifosato.
La prohibición del uso del glifosato, como de otros plaguicidas igual de dañinos o más (alrededor de 80), es una vieja demanda de grupos ambientalistas y de la sociedad civil que ha estado presente en el listado de la Semarnat, pero que se expresó en la toma de decisiones hasta ahora.
De acuerdo con Laura Gómez Tovar y Manual Ángel Gómez Cruz del CIIDRI, (Centro de Investigación del Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo), en 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó a ese producto como un posible cancerígeno y hay ya 1108 artículos científicos que prueban sus efectos dañinos.
Entre los daños a la salud reportados están: malformaciones congénitas, alteración de los sistemas renal, hepático, nervioso, hormonal y gastrointestinal, infertilidad, causa de diversos tipos de cáncer, autismo y parkinson, y daños al sistema inmune. También se documentan efectos dañinos sobre la biodiversidad (anfibios, peces, aves, abejas, reptiles y otros animales), y contaminación del agua y del suelo. De hecho, Bayer, que adquirió Monsanto, desarrolladora del glifosato, ha tenido que aceptar pagar 10,900 millones de dólares para terminar 125 mil demandas en Estados Unidos por casos de cáncer.
La Semarnat de Víctor Toledo, ante la inconformidad del Consejo Nacional Agropecuario, expresada por Bosco de la Vega, llegó al acuerdo de permitir la utilización del glifosato en el país hasta 2024, para agotar los inventarios existentes en el país; y desarrollar mediante el apoyo de Conacyt alternativas tecnológicas a su utilización.
La supuesta caída de la producción en un 50 por ciento por efecto de la prohibición del glifosato, de la que habla Bosco de la Vega, es, por decir lo menos, una exageración; y si constituye una falsedad que no se tengan alternativas tecnológicas.
De hecho, en el caso específico de Sinaloa, debido al método de siembra en cultivos extensivos bajo riego, el uso del glifosato no está muy extendido, como en otras partes del país. Además, a causa de las exigencias respecto a rastros de agroquímicos en productos de exportación, la horticultura de Sinaloa ha venido reduciendo la aplicación de ese tipo de productos, optando por otros insumos ambientalmente menos dañinos, a medida que ha ocurrido el desplazamiento hacia agricultura protegida.
Por otra parte, como parámetro de referencia, la agricultura orgánica, que deliberadamente rechaza el uso de agroquímicos, ha venido ampliando su presencia en cuanto a superficie y en los mercados. La agricultura del futuro es cada vez menos de cielo abierto y, alternativamente, tiende a descansar más en tecnologías agroecológicas, porque tiende a ser vista más en términos sistémicos.
Puede no gustar a los productores, pero deben prepararse para la oleada que viene. Los problemas apenas empiezan. No se puede afirmar que el actual Presidente sea un ambientalista agresivo, sin embargo, hay fuerzas subyacentes, de alta capacidad de movilización, que quieren ver que se atiendan sus preocupaciones respecto a la salud, la alimentación, el ambiente y los recursos naturales. Deben ver hacia adelante, y cómo se ajustan.
En microeconomía ambiental la preocupación básica es encontrar la mejor alternativa para que las empresas/productores internalicen en sus costos los efectos de la existencia de externalidades negativas. Una externalidad de este tipo es, por ejemplo, la contaminación del agua del subsuelo, debido a la filtración de residuos de agroquímicos, los cuales se acumulan y afectan la producción en otros sistemas de producción, como la pesca. Cada vez será menos aceptable socialmente que los productores de alimentos no asuman los costos que tienen sus actividades sobre otros sistemas de producción y la salud de los consumidores.