Javier Valdez merece justicia auténtica
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La inaudita ‘negociación’ de la FEADLE
En la sentencia de 14 años ocho meses contra Heriberto Picos Barraza, coautor confeso del asesinato del periodista Javier Valdez Cárdenas, la justicia le queda debiendo mucho principalmente a la familia de la víctima, pero también a la sociedad sinaloense que perdió a uno de sus más tenaces defensores. El sabor de boca que deja la abreviación del juicio es amargo y la pregunta en torno a la cual orbita todavía la percepción de impunidad es qué se negoció y quién se benefició con la prerrogativa judicial dada a “El Koala”.
Sí, el ánimo ciudadano debería estar celebrando el fallo contra el criminal que participó en el plan para inmolar al periodista de talla internacional, sin embargo, hay elementos que impiden confiar del todo en este primer desenlace de un proceso que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión resuelve con la negociación que pervierte la sana resolución fincada en las pruebas.
En caso de tener todas las evidencias en la carpeta de investigación que la FEADLE ha defendido desde las horas posteriores al homicidio, en el sentido de que Dámaso López Serrano es el presunto autor intelectual y sus supuestos pistoleros los actores materiales, entonces no hay lugar para la consideración al “El Koala” como el eslabón más débil de la cadena criminal. Inadmisible que se le quiera dar un vuelco a la historia mediante la trampa de empatizar con el “frágil” gatillero que fue parte accesoria de una acción premeditada, alevosa y con todo tipo de ventajas.
Ofende a la memoria de Javier Valdez y es una burla al sentido común, por más que así lo permita el nuevo sistema de justicia penal acusatorio, que se les esté haciendo creer a los deudos y ciudadanos que se le otorga justicia al periodista. Lo que hay es un avance fincado en la desesperación por cerrar el expediente que avergüenza a México ante la comunidad internacional así como el uso abusivo de la fiscalía y la justicia del cansancio de la familia en la lucha contra la impunidad que está por cumplir tres años.
Nunca olvidemos que asesinaron a un gran periodista, al padre de familia que través de ejercer el oficio quiso darles un buen porvenir a sus hijos, al buen amigo de todos. Son tres razones mínimas de bastante peso para rechazar la sentencia a Heriberto Picos Barraza porque éste no se robó una res, ni despojó de un carro a un particular, ni asaltó un supermercado. Fue partícipe de un crimen que por la concurrencia de todas las agravantes la sanción debiera ser o acercarse a la pena máxima de 50 años.
La FEADLE negoció la pena mínima con tal de lograr que la exigencia de justicia fuera medianamente atendida. Es decir, por obtener una sentencia socialmente aceptable llegó a un acuerdo con el agresor ya confeso y se exhibió en la insuficiencia de pruebas o en el agotamiento de las indagatorias para obtenerlas. Con ello, la percepción es que lejos de reparar el daño, lo que resuelve es una corta estancia en prisión a quien cometió el crimen, así haya sido solo el chofer de los sicarios.
Esto no es la justicia que merece Javier Valdez. Esto debiera irritar más en lugar de creer que se avecina la gran reparación del agravio. A reserva de esperar, confiar a ciegas, que la FEADLE posea pruebas para lograr sentencias firmes contra quien ordenó asesinar a Javier Valdez y los que cumplieron tal mandato, la conclusión del juicio contra “El Koala” es una grotesca señal de que falta mucho, bastante, para que paguen con todo el rigor de la ley aquellos que nada negociaron, que ninguna pizca de clemencia ofrecieron ni posibilidad de defensa le concedieron al periodista que tendría que estar hoy con vida.
Lo que se tiene ahora es un copartícipe y testigo cuya aportación a esclarecer el caso se ha viciado con las exenciones que recibió; otro presunto homicida, Juan Francisco Picos Barrueta, al que se le ofreció la misma atenuante en años de prisión pero al no cumplírsele decidió irse a juicio; testimonios de dichos de otras dos personas y un probable autor intelectual, Dámaso López Serrano, que en calidad de preso en Estados Unidos e informante de la DEA insiste en desvincularse del caso Javier Valdez.
¿Por qué entonces decir que es un hecho histórico la sentencia dictada contra quien declaró su participación en el operativo de narcodelincuencia para asesinar a Javier Valdez y canjea su testimonio a cambio de menos años en la prisión? En el desespero e impotencia por lograr que los criminales sean castigados, pero con justicia plena, creíble y sin regalías, no deberíamos avalar, al menos no todavía, el proceso judicial que denota extenuación con la estrategia de enfocar indulgencias hacia los que dispararon y matizar los impactos de quien recibió las balas.
Reverso
¿Por qué nombrarle justicia,
A aquello que hasta ahora es,
El pacto que beneficia,
A un asesino de Javier Valdez?
La vida no vale nada
Y en Los Mochis, la cabecera de la gran comarca sinaloense de la impunidad, la síndica de Ahome, Irma Agustina Delgado Ríos, recibe la suave amonestación pública por haber incitado el 18 de diciembre de 2019 a los seguidores del Alcalde Manuel Guillermo Chapman Moreno a agredir al bloguero Paúl Velázquez, quien un día después estuvo a punto de morir en una ataque a balazos. Fue el agachado Partido del Trabajo, al que pertenece el Edil, el que elaboró el dictamen de la ignominia y solo queda esperar que la FEADLE y la Fiscalía General del Estado hagan bien su trabajo.
alexsicairos@hotmail.com