Inteligencia artificial y humana
@oscardelaborbol / SinEmbargo.MX
Ahora que está tan presente la Inteligencia Artificial y que existe, entre otros, un sitio gratuito en internet: el ChatGPT, he estado viendo algunos de los usos que puede tener en creación de textos originales, en edición de videos y me he quedado atónito. Gracias a algunas explicaciones de expertos he logrado comprender, elementalmente, sin duda, cómo funcionan las llamadas redes neuronales y me ha surgido una duda muy profunda. No la que cabría esperar: ¿la inteligencia artificial realmente piensa?, sino una duda a propósito de la inteligencia humana: ¿realmente pensamos?
Viendo las asombrosas contestaciones que ChatGPT daba a un matemático (quien graduaba el porcentaje del sentido del humor con el que quería recibir las respuestas) no pude sino recordar lo secos que somos y, sobre todo, lo manipulables que somos los seres humanos, la manera como desde muy distintos horizontes se manipulan nuestras emociones, y con ello se consigue que adoptemos una conducta u otra.
Recordé, por ejemplo, el concepto de indefensión aprendida, y el experimento con el que se descubrió ese concepto. Lo recuerdo esquemáticamente: a un grupo de personas se les entrega un problema para que lo resuelvan en un plazo determinado: la mitad recibe un problema muy sencillo y la otra mitad un problema de solución imposible. Terminado el tiempo unos lo resuelven y otros no. Se hace por segunda vez la prueba y, nuevamente, no se entrega el mismo problema a todos, sino como la primera vez, fácil a unos e imposible a otros; al y concluir el plazo, quienes recibieron el problema fácil lo logran y quienes recibieron el problema imposible vuelven a fracasar. Cuando a la tercera vez a todos se les da el mismo problema, quienes lo hicieron bien en las dos primeras oportunidades lo logran en la tercera y, en cambio, los que fracasaron, vuelven a fracasar, pues han perdido completamente la confianza en sí mismos, están estresados, se sienten mal, etc.
Más que pensar, respondemos de modo emocional y hoy somos manipulados por el neuromarketing, un tipo de manipulación que tiene su origen en las neurociencias y que mediante resonancias magnéticas funcionales es capaz de saber qué emociones despiertan en nosotros las distintas zonas de un centro comercial, los anuncios, los colores, la música y, en general, los estímulos con los que se rodea a los productos. Un buen anuncio ha de despertar un sentimiento negativo, como el miedo, luego, uno placentero, como una solución, y en tercer lugar, un sentimiento de bienestar por ofrecer un valor agregado.
¿Realmente somos unos seres pensantes o reaccionantes? ¿Es la deliberación de los pros y los contras aunado al conocimiento detallado lo que nos induce a elegir, o elegimos por una reacción dictada por nuestros sentimientos? Y estoy pensando en esferas no sólo como las del comercio, sino en la política, cuando elegimos una carrera, un empleo, una pareja, una vida?
El problema más serio no es si la inteligencia artificial es inteligente; el problema serio y hasta trágico es si nosotros lo somos.