Inhiestos
Desde el tiempo que corre, hasta culminar la elección presidencial -en el próximo 2024-, el acontecer político tendrá, en más de una ocasión, en vilo a la ciudadanía. Nada despierta más interés, por lo que ese acto cívico representa para los mexicanos, que una sucesión presidencial, la cual además se da en un contexto distinto, más democrático, en comparación con la faramalla del tapado y el “dedazo” propios del autoritarismo del viejo régimen. Ahora, el poder de decisión descansa en el pueblo, que sabrá ejercer y hacer valer a plenitud su voluntad cívica.
La ciudadanía, con sobrada razón, sabe que, en la elección presidencial del 2 de junio del 2024, la tarea principal será consolidar la cuarta transformación, darle continuidad a ésta en la vida pública nacional, que los cambios sustantivos a favor del bienestar del pueblo no se trunquen; por el contrario, hay la exigencia de consolidarlos y darles mayor vigencia. Tampoco se debe aflojar en la lucha contra la corrupción, sino profundizarla. Hay conciencia en la ciudadanía de que su voto es decisivo para mejorar sus condiciones de vida y reducir las desigualdades.
La meta está claramente establecida en el seno de la sociedad, no hay forma de detener la cuarta transformación, que cuenta con el apoyo de la ciudadanía. Por lo demás, la Oposición está muy lejos de tener los arrestos suficientes para frenar la regeneración del País, emprendida con ahínco incomparable por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien cuenta con la fortaleza que le da el apoyo popular, reconocimiento palmario a su gran labor en bien de los mexicanos.
Será ese apoyo de la ciudadanía lo que permita, con mucha holgura, darle continuidad al proyecto del Presidente López Obrador y así consolidar el mejoramiento de las capas sociales, las cuales permanecían olvidadas por los gobiernos del pasado, que gobernaron exclusivamente en favor de una élite de potentados, que usufructuaron como propios los bienes de la nación. El tormentoso periodo neoliberal duró 36 años, que se tradujeron en gobiernos autoritarios y corruptos, que actuaron en contra del pueblo con absoluta impunidad.
La política tiene su tiempo. Y ese tiempo político, en el cual la derecha engañaba al pueblo con falsas promesas, que nunca se realizaban, no volverá. Y no volverá simplemente porque los ciudadanos, con su sufragio, lo van a impedir de manera contundente, que no quepa ninguna duda.
Hay un rechazo social a esas prácticas de corrupción del pasado, que dejaron una huella de latrocinio en demérito de gran parte de la sociedad. Aún están frescas en la memoria del pueblo las afrentas que sufrió en carne propia por parte de esos gobiernos neoliberales, las terribles injusticias que cometieron cuando se amplió la franja de pobreza como nunca se había visto y, en contraste, el enriquecimiento sin límites de unos cuantos plutócratas. Tan devastador fue el impacto social de los gobiernos neoporfiristas que borrarse de la mente de los ciudadanos será harto difícil. Los ciudadanos jamás permitirán que un sistema similar vuelva por sus fueros a la vida nacional, frente a esa posibilidad la unidad del pueblo se alzará fuerte como un roble.
No existe ninguna posibilidad que la derecha vuelva por sus fueros, el pueblo es mucha pieza para permitirlo en un futuro. Los ciudadanos labran su propio destino, convencidos de que sólo el pueblo defiende al pueblo. No hay posibilidad de desatender la agenda social, de suprimir los intereses de los otrora vilipendiados por el prianismo. La historia demuestra con creces que en una elección democrática el pueblo es invencible, esa es una lección muy bien asimilada por los ciudadanos.
Por fortuna, ahora hay una clara conciencia en el seno del pueblo, como para que los partidos políticos de la derecha traten de darle atole con el dedo. Esos tiempos no volverán, porque el pueblo ha alcanzado un alto nivel de politización y ya no tienen cabida los demagogos del pasado, los corruptos vestidos con piel de oveja que endulzan la lengua en tiempo de elecciones. El futuro es de las masas populares, que han dicho basta y se han echado andar, labrando su propio destino.
En la elección del 2024 los ciudadanos van a dar una lección cívica de gran trascendencia, en favor de sus propios intereses. Y una verdadera tunda a los partidos anclados en el pasado, clasistas y demagogos. Los nuevos tiempos destacan a los políticos que defienden la verdad y los intereses populares, que no tienen cuentas pendientes con los ciudadanos. El futuro es de progreso y democracia, sin más.
Como se ha dicho reiteradamente: el pueblo despertó y marcha inhiesta en consolidar un futuro mejor para la sociedad, con justicia y amplias libertades ciudadanas, donde la democracia sea la base puntual de todas sus conquistas
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