Información sin sabiduría
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Hoy tenemos exceso de información, pero languidecemos de auténtico conocimiento y, sobre todo, de reposada sabiduría. Este fenómeno ha recibido varios nombres: sobrecarga informativa, infoxicación o infobesidad. Es tanta la oferta informativa que el usuario recibe que no tiene capacidad de digerirla ni de procesarla.
El ex Secretario de Estado del vecino país, Henry Kissinger, en un artículo publicado en junio de 2018 en la revista The Atlantic, expresó: “El objetivo de Internet es ratificar el conocimiento mediante la acumulación y manipulación de cada vez más datos. El conocer humano pierde su carácter personal. Los individuos se vuelven a los datos, y los datos mandan… La verdad se vuelve relativa. La información amenaza arrollar la sabiduría”.
Agregó: “Inundados de opiniones por medio de las redes sociales, los usuarios son apartados de la introspección… se debilita la fortaleza que exige formar y mantener convicciones… El énfasis digital en la velocidad inhibe la reflexión, favorece el predominio del radical sobre el reflexivo”.
Los números 47-50 de la Encíclica Fratelli tutti, los dedicó el Papa Francisco a tratar el tema de la información sin sabiduría. Señaló que la velocidad del mundo moderno conduce a permanecer sordos y no escuchar bien a las personas:
“Al desaparecer el silencio y la escucha, convirtiendo todo en tecleos y mensajes rápidos y ansiosos, se pone en riesgo esta estructura básica de una sabia comunicación humana… Esta dinámica, por su lógica intrínseca, impide la reflexión serena que podría llevarnos a una sabiduría común”.
Añadió: “El cúmulo abrumador de información que nos inunda no significa más sabiduría. La sabiduría no se fabrica con búsquedas ansiosas por internet, ni es una sumatoria de información cuya veracidad no está asegurada. De ese modo no se madura en el encuentro con la verdad”.
¿Consumo información con sabiduría?