Inflación persistente
Da acuerdo con INEGI, la inflación se desaceleró al bajar de 7.68% en abril a 7.65% en mayo. La diferencia fue de 0.3 puntos porcentuales, de manera que aún no se puede afirmar que se haya llegado a un punto de inflexión, hacia el descenso sostenido. Así lo indica la dinámica de la inflación subyacente, que mostró un repunte mayor a la anticipado al ubicarse en 7.28% anual.
Por otra parte, la inflación en Estados Unidos observó un repunte significativo en mayo, para situarse en 8.6% anual. Había la presunción de que se había llegado a un punto de inflexión en abril pasado, pero no fue así. Respecto a ese mes el incremento fue de 1%. En consecuencia, se espera un endurecimiento monetario.
La Reserva Federal de Estados Unidos esperaba no verse obligada a asumir una política monetaria más agresiva, para no tener que inducir una recesión. No obstante, diversos factores, entre los cuales está el comportamiento observado en el mercado laboral, han cambiado tal percepción. La demanda de los empleadores se mantiene fuerte y continúan las presiones hacia el alza de los salarios.
Ahora se adelanta que la FED podría aplicar aumentos continuos en su tasa de interés de referencia de 0.5 puntos, e incluso llegar a 0.75. La probabilidad de una nueva recesión aumentó. El eventual debilitamiento de la economía estadounidense afectaría la demanda de productos y servicios provenientes de México, incidiendo negativamente en el crecimiento económico del país.
En la inflación en México, el componente importado es elevado, y se refleja sobre todo en la inflación subyacente (los precios que son menos volátiles). De manera que, en el contexto actual, importan mucho las decisiones de política monetaria de la banca central de Estados Unidos.
Tanto por el comportamiento de la inflación en México como en Estados Unidos, el escenario de la economía mexicana se está poniendo a modo para un aumento de 0.75 puntos en la tasa de referencia en la siguiente reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México, según lo propuso la Subgobernadora Irene Espinosa en su reunión última.
Jonathan Heath, también Subgobernador, ahora se muestra partidario de esa posibilidad, preocupado por la falta de efectividad de la política monetaria y por la credibilidad del Banco de México, ante un escenario no previsto de recurrentes choques externos. Al parecer, tiende a preferir optar por un enfoque más restrictivo, para anticiparse a la eventualidad de un nuevo choque externo, como podría ser una recesión en estados Unidos.
El escenario global actual es bastante complicado, esto es lo que nos está señalando Jonathan Heath. No estamos en una situación cercana a la normalidad, que puede ser enfrentada de manera convencional.
Más allá de cuál sea la decisión de la FED, el Banco de México tenderá a adoptar un enfoque de política monetaria mucho más restrictivo, hasta no tener evidencia de una tendencia bien definida hacia el descenso de precios. Lo cual puede implicar ampliar la diferencia entre las tasas de interés de referencia del Banco de México y de la Reserva Federal de Estados Unidos, y llevar a una mayor apreciación del peso.
Debe tenerse presente que la mayor amplitud en la brecha entre las tasas de referencia atraería flujos de inversión de cartera hacia la economía mexicana, en un momento en que el país no tiene necesidades urgentes de dólares, dado el monto de las reservas, que la economía está cubierta institucionalmente frente a una demanda fuerte de dólares, y a causa del comportamiento del sector externo (exportaciones y envíos de remesas).
Actualmente, la tasa de interés de referencia del Banco de México está en 7%, mientras que en Estados Unidos está entre 0.75 y 1%. El alza en la tasa de referencia induciría un debilitamiento de la posibilidad de recuperación más rápida de la economía mexicana, la cual aún no supera los niveles de Producto Interno Bruto existentes antes de la pandemia. El control de la inflación implica asumir costos.