Imelda Castro y el plan 'B' de Morena. ¿Una mujer en el Gobierno de Sinaloa?

Alejandro Sicairos
17 diciembre 2019

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alexsicairos@hotmail.com

 

Sin dar señales claras de que tiene un proyecto político en busca de la Gubernatura de Sinaloa, la Senadora Imelda Castro Castro sí posee la trayectoria y propuesta que podría atraer la atención de los votantes en la elección de 2021. Es la dueña sobre todo de un gran capital de congruencia, ese atributo en vías de extinción en el servicio público que la hace confiable y sobre todo elegible.

Se trata de una de las mujeres sinaloenses más empoderadas a nivel nacional y poco asidua a darle concesiones a la práctica tradicional de la política. Es tenaz constructora del diálogo aún cuando el conflicto amenaza con derribar la interlocución y es alto el bono de credibilidad que le conceden los sectores sociales, incluso en el empresariado. Por añadidura, puede convencer a los más escépticos adversarios.

Reúne tres requisitos que tienen que ver con la confianza al no arrastrar nexo alguno con el crimen organizado y, al contrario, sufrir su familia las consecuencias del flagelo y la impunidad que lo alimenta. Se le considera limpia de corrupción al vincular la transparencia a su trayectoria en la función pública. Conoce Sinaloa y es sensible al sector social al que van enfocados los programas de bienestar implementados por López Obrador.

Además, es la sinaloense en política más cercana a Andrés Manuel López Obrador, sin tratarse de la convenenciera proximidad en los afectos sino la de la empatía ideológica. Es una mujer que ha transitado en la izquierda sin el zigzag del oportunismo y que está en la Cámara alta a sugerencia del Presidente, que la considera un fuerte bastión para concretar la Cuarta Transformación.

Es de armas tomar. Sin aspavientos extremistas se enfrentó al poder caciquil de gobernadores como Juan Millán Lizárraga, Jesús Aguilar Padilla y cuando Mario López Valdez llegó al poder gracias a la alianza con el Partido de la Revolución Democrática renunció al cargo que obtuvo en el gobierno de éste para sostenerse en la trinchera de la Oposición.

Nadie la ve desesperada por aparecer en la boleta electoral cuando llegue el momento de relevar en el cargo a Quirino Ordaz Coppel. Imelda Castro muestra serenidad frente a los plazos de la sucesión y pese a que va al lado del Senador Rubén Rocha Moya (en su estructura ética no se conjuga el verbo traicionar) en la adelantada precandidatura del Movimiento Regeneración Nacional, ella atrae, precisamente por la ecuanimidad que muestra, el interés de Morena y otros partidos.

Y ahí está Imelda Castro, como la puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo. En 2019 hizo la función bisagra entre el Senado y Palacio Nacional, defendiendo el paquete de iniciativas del Presidente, aunque en 2020 le espera el reto de acercar su representación popular a los sinaloenses y aquellos sectores que requieren de la motivación para llevar la participación ciudadana a los más altos niveles.

Quien quita y en uno de esos virajes suaves que suele dar la política en México, que mantiene vigente la advertencia de que quien se mueve no sale en la foto, Imelda Castro resulte con la postulación de Morena y aliados y, si se le agrega la marca de éxito electoral que es Andrés Manuel López Obrador hasta podría derrotar el remedo de “Club de Tobi” que ha proscrito a los tacones del despacho principal del tercer piso de la unidad administrativa estatal.

¿Es probable que Sinaloa elija una Gobernadora? Es altamente posible por varios factores. Dos son determinantes: una, las mujeres en el ámbito estatal se han convertido en una fortaleza política y necesitan a una aliada en el Ejecutivo estatal para robustecer políticas públicas a su favor y, dos, al momento de definir las candidaturas Morena se apegará a la equidad de género. Castro rompería el largo periodo de la misoginia del poder en Sinaloa.
Esto es, por supuesto, un ejercicio de cálculo político. Constituye la osadía del plan B cuando en torno al Senador Rubén Rocha se teje aprisa la candidatura que potencia al arribismo y la cultura de la barbacoa antes de que nazca el becerro. Sea lo que sea, en la costumbre del poder se guardan naipes valiosos bajo la manga del saco por si acaso se cae el juego y asoma el peligro de perder la partida.

Y si algún beneficio se le puede conceder a Imelda Castro este sería el de no descartarla. Resulta simplista suponer que AMLO ya decidió sobre su candidato o candidata para el Gobierno de Sinaloa. No, lo que el Presidente tiene son dos opciones para decidir a finales de 2020 si una mujer, a las que considera más honestas que los hombres, amplía el dominio de Morena a la tierra de los 11 ríos, o si le da cauce a la aspiración largamente fraguada por Rubén Rocha.

 

Reverso

Por qué temer que las faldas,
Nos lleguen a gobernar,
Si en casa hasta guirnaldas,
Les ponemos por mandar.

 

Aves de carroña

Ningún deleite le provoca a la democracia mexicana el hecho de que Elba Esther Gordillo ya logró reunir los requisitos para que Redes Sociales Progresistas sea su nuevo partido, o que Margarita Zavala, la esposa del ex Presidente Felipe Calderón, registre el 70 por ciento de avance en la tarea de fundar su propia organización política llamada México Libre. No hay goce en el pueblo por la continuación de la rapiña; lo que hay es un pobrerío que necesita ese dinero tirado a la basura para calmar al menos el rugido del hambre en las tripas. ¿Cuántos recursos públicos más se les va ofrendar tan descaradamente a la monstruosa partidocracia cuyas fauces no hay billetiza que las sacie?.