Humanizar el sistema educativo

30 noviembre 2019

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Juan Alfonso Mejía López

juanalfonsomejia@hotmail.com
Twitter: @juanalfonsoML

 

“Primero de Primaria es muy tarde” es la respuesta del Gobernador Quirino Ordaz Coppel para sacar de la invisibilidad a las niñas y niños de 0 a 6 años; “invisibilidad” significa la ausencia de una política pública orientada a este sector de la niñez. El 29 de mayo se presentó la estrategia de este gobierno y el pasado lunes 25 de noviembre se presentaron resultados concretos. Producto de una medición a cerca de 50 mil niños y niñas, de inicial hasta primero de primaria, dio inicio el primer registro de desarrollo infantil que exista en el país y en Sinaloa, en toda su historia.

Ningún Gobernador en el país puede hablar sobre el estado que guarda la primera infancia en su estado, sólo Ordaz Coppel. Nuestro Gobernador es el único que podría argumentar con precisión que estamos llegando tarde, sólo dos de cada 10 niñas y niños sinaloenses llegan a tiempo para aprender en primero de primaria.

Además de que la autoridad educativa está llegando tarde, por años de omisión, el sistema educativo amplía las brechas sociales por haberse mostrado indiferente. De cada 10 niñas y niños en primero de primaria, cuatro llegan en desventaja para aprender en las escuelas privadas, mientras ocho lo hacen en las públicas, nueve si se encuentran en el sector agrícola y todos si asisten a las escuelas en modalidad indígena.

La autoridad educativa local lleva años de omisión, pero no es la única, la sociedad sinaloense entera alimenta dicha condición. Los datos revelan que a las y los niños se les violenta su derecho a aprender desde el inicio, porque sólo 5 por ciento de los niños que cuentan entre 45 días de nacidos y 2 años cuentan con cierta educación formal; el porcentaje se eleva a 14.3 por ciento si tienen 3 años, es decir primero de preescolar, y 69.8 por ciento si tienen entre 4 y 5 años.

Los datos con los que ahora se cuenta permite aseverar que crecer no es desarrollarse. La primera infancia consiste en consolidar una base lo suficientemente sólida para profundizar en el desarrollo pleno de las habilidades de la niñez y posterior juventud. La ausencia de esa base genera debilidades que nos acompañarán toda la vida, y difícilmente se recuperará conforme pasen los años, todo lo contrario.

En Sinaloa, ocho de cada 10 niños pueden hacer todo lo que corresponde a su edad hasta los 2 años; conforme pasa el tiempo y tienen 4 años cumplidos, ese número se reduce a seis de cada 10; cuando llegan a primaria, sólo dos de cada 10 cuenta con un desarrollo óptimo y adecuado.

Ahora bien, por alarmantes que sean los resultados, una clara esperanza: la educación, sobre todo para aquellas y aquellos que sólo cuentan con una sola oportunidad para una vida mejor. En educación inicial, 98.2 por ciento de las y los niños que necesitan apoyo y acompañamiento para realizar a plenitud todas sus habilidades, tienen en la escuela su mejor solución; en preescolar, ese porcentaje des de 98.3 por ciento.

Ahora bien, apenas el 1.8 por ciento de las y los niños en educación inicial no realizan ninguna de las habilidades que deberían estar en posibilidad de realizar, de acuerdo con su edad (saltar en un pie, darse una maroma, desenvolver un dulce, entre otros); lo que en preescolar es 1.7 por ciento. Para estos grupos focalizados, existe un apoyo especializado en el sector salud y/o DIF, lo que detectado oportunamente será determinante para nuestros hijos.

Todos los datos referidos son resultado de un grupo de control en el que se trabaja desde inicio de ciclo escolar. Para el caso de primaria, se cuenta con una muestra representativa con validez estadística a nivel estatal; se consideraron 412 escuelas, lo que engloba a 4,302 niñas y niños. En el caso de educación inicial y preescolar es diferente, porque el ejercicio se realizó de manera censal, con cada uno de los niños inscritos, en segundo de preescolar (42,650) y en inicial con dos años (2771 niñas y niños, en 128 Centros de Atención Infantil).

Nada de esto sería posible sin asumir que nuestros docentes no son objetos de cambio, sino sujetos de este; no es a ellos a los que debemos cambiar, sino gracias a ellas y ellos con quienes vamos a transformar. Desde el mes de febrero de 2018, nuestras maestras y maestros, asesores técnicos pedagógicos, supervisores y jefes de sector en modalidades como indígena, educación especial y general han venido fortaleciendo sus capacidades y compromisos para este ejercicio. Hoy en día, contamos en Sinaloa con 5,765 agentes de cambio realizando una transformación cultural inédita en el estado.

Un niño o una niña que no recibe ningún tipo de educación formal, ni estimulación temprana antes de iniciar primaria, presentará dificultades en su desenvolvimiento físico y motriz, en su potencial lingüístico, en la comprensión de conceptos matemáticos, en su capacidad de atención y en la autorregulación de sus emociones. Ignorar este fenómeno perpetúa la reproducción de desigualdades en el seno de nuestras escuelas, ocasionando con ello que generaciones enteras acudan a primaria en desventaja para aprender para el resto de su trayectoria escolar.

Sacar de la invisibilidad a la primera infancia sinaloense no sólo es una instrucción del Gobernador Quirino Ordaz Coppel, es mi responsabilidad como Secretario de Educación en el estado y mi convicción personal, porque para miles de familias sólo existe una oportunidad: la escuela.

Dejar de pensar en abstracto, contar con evidencia, instrumentar las bases de una política pública medible y hablar ahora de un niño o niña con nombre y apellido, me hace pensar que estamos dotando de rostro humano a la educación; sí, estamos humanizando el sistema educativo sinaloense.

Dejo para una próxima entrega los pasos a seguir.
Que así sea.