Huelgas obreras, pese a la cuarentena

Rubén Martín
03 mayo 2020

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Una de las consecuencias políticas inmediatas que arrojó la expansión de la pandemia de coronavirus es que obligó a la disidencia y la protesta social a acatar una cuarentena no deseada. No fue la excepción para la clase obrera este 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores.

De hecho, hasta antes de la expansión de la pandemia fuera de su epicentro en China, el panorama de la protesta social y política en el mundo iba en ascenso. Por ejemplo, América Latina vivía una oleada de protesta social a lo largo de 2019 con movilizaciones muy importantes en Haití, Puerto Rico, Ecuador, Bolivia, Chile, Colombia y Panamá. En países de Medio Oriente también había movilizaciones importantes en países como Líbano, Irak e Irán.
En Europa, en países como Francia y en Estados Unidos también había movimientos sociales de cuestionamiento a las políticas neoliberales de privatizaciones y recortes de derechos. Toda esta oleada de protesta social en contra del orden neoliberal fue obligada a confinarse y someterse en cuarenta por las declaratorias de emergencia sanitaria impuestas mediante verdaderos Estado de excepción, como ha cuestionado centralmente el filósofo político italiano Giorgio Agamben.
Y al extenderse tanto espacial como temporalmente, el confinamiento de la protesta social alcanzó ahora a la clase trabajadora de todo el mundo. Probablemente por primera vez desde que ocurrió la represión a la clase obrera en huelga de Chicago en 1886, nunca se había dejado de conmemorar un 1 de mayo como día de lucha de los trabajadores del mundo.
Por vez primera en 134 años, los trabajadores de la mayoría de países del mundo no salieron a calles y plazas a conmemorar la gesta de los Mártires de Chicago de 1886, a defender los derechos conquistados y reclamar a gobiernos y patrones que pretenden eliminar los derechos ganados.
En estas condiciones de confinamiento que impone la peste moderna del coronavirus, se lanzaron distintas iniciativas para conmemorar a través de mítines en redes o transmisiones en directo el 1 de mayo, en una grave situación de agravamiento de la explotación bajo la justificación de la profunda crisis económica que se avecina tras la pandemia.
En este contexto, varias organizaciones de trabajadores lanzaron llamados a vencer el confinamiento. En un pronunciamiento firmado por 42 organizaciones obreras, indígenas, campesinas, feministas y populares de América Latina (entre ellas varias de México), se asienta: “Necesitamos que el aislamiento social no cale en nuestra clase, que los estados de excepción sean excepción y no la regla, darle batalla al individualismo y el estado policial entre vecinos y vecinas. Que el distanciamiento necesario para superar esta pandemia no se instale como estilo de vida y que por el contrario sigamos manteniendo la conciencia de unidad y lucha que hemos sabido construir como trabajadorxs”.
En tanto, en España, los pronunciamientos de algunos sindicatos plantearon “condiciones de vida justas más allá del trabajo”. “La pandemia ha dejado en evidencia los límites y la insolidaridad de un modelo capitalista, heteropatriarcal y racista que está enfermo, al que cada vez le cuesta más respirar y que nos ahoga con sus recetas de austeridad y recortes. Solo hay una opción justa y sostenible: avanzar en el camino de una transición social, feminista y ecologista”, manifestó ELA, el sindicato mayoritario de Euskadi, según reporte de El Salto Diario.
Como ya se sabe, de la mano de la extensión de las medidas de confinamiento, se anuncian recortes de empleo y de prestaciones de los trabajadores. En México nos acercamos a los 400 mil trabajadores despedidos, en Estados Unidos ya suman 28 millones de desempleados. El panorama es sombrío, pues apenas hace unos días la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó que mil 600 millones de trabajadores de la economía informal, casi la mitad de la población activa mundial, corre peligro de ver desaparecer sus fuentes de sustento a causa de la pandemia.
Conseguir los reclamos que se lanzan en los manifiestos de este 1 de mayo será una dura batalla social y política para la clase obrera, pues se avecinan tiempos muy duros para los trabajadores.
Pero aún en este contexto desolador para la protesta obrera, hay luchas esperanzadoras, justo entre los sectores de la nueva economía de pedidos a distancia mediante plataformas.
El 22 de abril pasado, un conjunto de repartidores de plataformas como Rappi, Glovo, Pedidos Ya, Uber Eats y Deliveroo, entre otras, convocaron a un paro internacional de 24 horas en Argentina, Perú, Ecuador, Guatemala, Costa Rica y España. Las razones: el riesgo de trabajar en medio del aumento casos de coronavirus en cada país, por lo que exigían instrumentos de higiene y seguridad, además de reclamar aumento de salarios de 100 por ciento por la carga extenuante de trabajo y los riesgos sanitarios en esta crisis.
Y ahora en el mes de mayo trabajadores de Amazon, la plataforma de entrega a domicilio más grande del mundo, y de su filial de supermercados Whole Foods también convocaron a huelga, prácticamente por las mismas razones de los repartidores: los riesgos de trabajo en tiempos de la pandemia y por la excesiva carga de trabajo que ha caído en los empleados de esos monstruos corporativos. En Staten Island, Nueva York se fueron a huelga 5 mil empleados de una bodega de Amazon el pasado 22 de mayo, en protesta porque varios de sus compañeros de trabajo dieron positivo a Covid-19.
Y a pesar de que la mayoría de la clase obrera está en cuarentena, ocurrió una huelga de 150 mil trabajadores de la empresa Instacart, la principal aplicación para compras de comestibles con 5 mil 500 tiendas en Estados Unidos y Canadá.
El pasado 1º de mayo se sumaron a la huelga en Estados Unidos, trabajadores de Walmart, Target y FedEX, en una “coalición inédita de trabajadores que realizan tareas de primera necesidad”, según reportó el sitio Democracy Now. En una entrevista para este portal, uno de los dirigentes de la convocatoria a la huelga, Kali Akuno, dijo: “Las grandes empresas y el Gobierno están dispuestos a sacrificar a decenas de miles de nosotros. Debemos priorizar a las personas sobre las ganancias”. Esta frase resume el centro de la lucha política que viene por delante a la clase trabajadora: pelear porque la sociedad pos-Covid esté centrada no en las ganancias corporativas privadas, sino en la vida digna para todas las personas.
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