Hasta pronto, comadre

Rodolfo Díaz Fonseca
06 enero 2024

Nada parecía perturbarte. Lograbas conservar la calma y tranquilidad ante cualquier adversidad, problema o dificultad. Tu paciencia y bondad fueron las llaves con que abriste las puertas de todos los corazones. Fuiste muy diligente para ayudar y totalmente dispuesta para escuchar. Supiste conquistar a todo aquel que tuvo la fortuna de coincidir contigo o cruzarse por tu camino.

Tu solicitud fue proverbial; sabías brindar una palabra amable y una caricia afectuosa. Jamás dejaste que alguien se retirara sin experimentar tu atención, cuidado, solicitud y ternura. La prudencia fue el sello con que coronaste todas tus acciones y decisiones.

Tus dos grandes pasiones fueron la enseñanza y la familia. Como maestra sembraste en tus alumnos la semilla de la sabiduría y les mostraste el camino de la paz y la concordia. En tu familia fuiste brillante lámpara que brindó luz y calor, además de prodigar oleadas de una afectuosa, sutil, acogedora y refrescante brisa.

A la artista Manoella Torres la anunciaban como “la mujer que nació para cantar” (en tu casa, el que cantaba era tu marido), pero a ti se te podría llamar: “la mujer que nació para escuchar”, porque siempre estuviste pronta para brindar cercanía, apoyo, esperanza y consuelo.

Haciendo honor a tu nombre, partiste al eterno jardín de la Gloria donde te esperaban tus dos Joeles: Joelín, tu hijo, y Joelón, a quien elegiste como compañero. Los dos se adelantaron para acondicionar tu lugar y preparar tu recepción; han de estar felices de que te encuentres con ellos y gozar perpetuamente de tu agradable compañía.

No te preocupes por Memo y José Miguel, ya los formaste. Son muchachos trabajadores, responsables, atentos, maduros, serviciales y seguirán, sin duda, el camino que les señalaste.

No te digo adiós, comadre, sino hasta pronto. ¡Descansa en paz!