Hasta pronto a Jorge Walterio Medina
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Prensa y sociedad, unidos por el dolor
Como parte de la contribución dolorosa del periodismo a la tragedia colectiva que cada día es más para mexicanos y sinaloenses la pandemia de coronavirus, el sábado falleció Jorge Walterio Medina Palazuelos y estremeció su partida a un gremio que está pagando consecuencias muy graves por los azotes impulsivos que la Covid-19 le asesta a esta profesión. Hijo de Jorge Medina León, el que combatió con excelente prosa los abusos del poder de los años cuarenta a los noventa, el ”Nanino” fue en sus últimos días un cronista vivencial del presente drama social.
Qué impotencia tan fuerte es contar a diario las centenas de muertes e infectados por el SARS-CoV-2. Aparte, las congojas de que esto no acaba, de que las autoridades federales y estatales se echen la responsabilidad unos a otros y de que después de decir una y otra vez que ya íbamos saliendo de la crisis sanitaria hoy hablen de rebrotes que nos harían retroceder a los momentos de propagación acelerada.
El 21 de junio Walterio hizo público el contagio que sufrió y desde entonces quiso ser factor de esperanza en vez de sensacionalismo mediático, resaltando a los recuperados por encima del dato pandémico y el conteo necrológico. El 28 de junio fue hospitalizado y su estado de salud entró en altibajos con la animosa recuperación previa a la hora del último viaje. El ejemplar hijo, padre, abuelo, esposo y hermano se fue en paz y lo acompaña el periodista sensato y amigable que nunca se enemistó con sus colegas.
En noviembre de 2019, para recordar los 20 años del egreso de la primera generación de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad Autónoma de Sinaloa, entramos al análisis de las dificultades que significa ejercer a plenitud este oficio-profesión. Francisco Arizmendi, Jorge Aragón, y Adalberto García “Jean Turpy” abrieron una ronda de reflexiones respecto a la intolerancia, odio, desempleo, subempleo y salarios magros en que se desenvuelve la actividad de la información. Walterio, presente, apeló a resistir y persistir porque igual que todos los reporteros amamos lo que hacemos.
Sin embargo, mucho de lo peor estaba por venir. A esta labor le llueve sobre mojado porque la Covid-19 deriva en recortes de personal, castigos en percepciones y prestaciones, pero principalmente en la hazaña de buscar la noticia aún a riesgo de sufrir contagios. Casi no se ve, poco se nota en el contexto de sociedad diezmada, porque el periodista no está para lamentarse de las penurias propias sino para señalarle a la gente las posibles rutas de evacuación en situaciones adversas.
Muchos compañeros han vivido contagios en lo personal y/o lo familiar y también han formado parte de los indicadores letales en los que se mimetiza el sufrimiento como uno solo, de todos. La angustia se comparte equitativamente entre los componentes de la sociedad porque ningún mexicano o sinaloense bien nacido podrá aislarse del drama que con cada víctima anuncia que se aproxima más a nosotros. Más allá del abrazo virtual, del adiós a lo lejos, es muy poco lo que podemos lograr, lo que podamos decir.
En tiempos de coronavirus resulta difícil avanzar porque el ejercicio de la libertad de expresión pareciera el inútil cometido de querer que pase un camello por el ojo de la aguja. Cuando se previó que el virus de Wuhan llegaría a 7 mil contagios en Sinaloa y en México superaría el cuarto del millón, nos tildaron de prensa amarillista; hoy que se han rebasado esos topes y exigimos a los gobiernos federal y estatal que asuman la responsabilidad que les toca, la misma opinión pública se echa toda la culpa al atribuirle las desidias a los enfermos. No nos engañemos: mantenernos sanos es un mandato constitucional cuyo cumplimiento le compete al sistema de salud pública.
En el último aliento de vida, Jorge Walterio ejemplificó el ímpetu de todos los enfermos, de todas las familias y de todas las sociedades al intentar abandonar el hospital y reintegrarse con Esther, su esposa y sus hijas Liliana, Claudia Elizabeth y Diana Gabriela Medina Coronel, su madre doña Conchita Palazuelos y demás seres queridos, en igual batalla crucial por la vida y por el derecho a la buena salud que libran miles de familias en la emergencia sanitaria, sin más misterio que la existencia enraizada en el amor a los nuestros.
El 25 de mayo, en una de sus columnas “Sin Etiqueta” pudo expresarle “gratitud a Dios y la vida” porque un día antes celebró cuatro décadas de su matrimonio con María Esther Coronel, y el 24 de junio se dirigió en su cuenta de Facebook a su hermano Juan Salvador, con un mensaje que le envió hasta el cielo. Sin duda preparaba el viaje y de hoy en adelante nos toca hablar con Walterio desde dos dimensiones: en la que habita el hombre y periodista más allá de su circunstancia o como parte de ésta, y en la que residimos los que seguimos aquí con el coronavirus como una pistola que sin distingos apunta a las sienes de cada sobreviviente.
Y recordar que Jorge Medina León le dio el alma y un hijo al periodismo sinaloense. Que en algún lugar el reencuentro de ambos revivirá aquellas tardes desde el balcón de una casa de la calle Bravo en Culiacán donde muchos y tantas veces soñamos los bohemios con componer el mundo.
Reverso
¿Quién develará el misterio,
De esta pandemia sin piedad,
Antes que a todos, Walterio,
Nos arrolle la realidad?
Quiere contarnos algo
La persistente periodista María Luisa Mercado Ponce está invitado a una agradable experiencia digital con motivo de los 15 años de su consultoría “IGA Comunicación Total”, por lo cual quiere contarnos algo a quienes nos enlacemos el 15 de julio a partir de las 16:00 horas por la plataforma Zoom y se registren previamente en https://forms.gle/nNbFswxrMBMi5eF58. A ver qué nos dice.
alexsicairos@hotmail.com