Hasta la próxima
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alessandra_santamaria@hotmail.com
@Aless_SaLo
Hace casi tres años, recibí una llamada de un editor del periódico Noroeste que me ofreció la oportunidad de escribir una columna semanal. Acepté inmediatamente. Como estudiante de periodismo, que entonces era, y con solo 19 años, que entonces tenía, no podía imaginar un honor más grande.
Generalmente, el llegar a ser columnista es algo a lo que el periodista aspira durante mucho tiempo, porque significa que tienes un nombre, una audiencia, una carrera, y la experiencia, inteligencia y creatividad para cautivar a un grupo de lectores semana tras semana. Yo no tenía ninguna de esas cosas; únicamente había publicado dos columnas en un blog personal, esperando nada de ello, pero en mí habitaba el deseo de ser escuchada. En Noroeste, amablemente me dieron esa oportunidad, y desde hace dos años y 10 meses he publicado cada martes un conjunto de palabras, siempre buscando reflejar la realidad que veía en mi entorno, visto desde mi propia perspectiva.
He escrito sobre movimientos sociales e injusticia; sobre ambientalismo,cultura, política, farándula y hasta asuntos personales. He escrito para ustedes lo que pensaba, con toda la sinceridad y la reflexión que me ha sido posible.
Escribiendo para Noroeste cumplí los 20, 21 y 22 años, me gradué de la Universidad, viajé a Sudamérica y a Asia, conseguí mi primer trabajo de tiempo completo y me convertí en lo que espero es un adulto joven responsable.
Pero, como he dicho antes, no todas las historias están destinadas a durar para siempre, y mi rol en Noroeste ha llegado a su fin. Desde hace un par de meses, encontrar la motivación para publicar ha sido un desafío. Sentía que hablaba siempre de los mismos temas, y más que cualquier otra cosa, buscaba darle variedad a mis columnas, en un mundo donde los articulistas políticos son la mayoría. Quería hablar de problemáticas diferentes, inesperadas e interesantes, pero no siempre los encontraba, y cuando sí, no siempre tenía cosas contundentes que decir sobre ellas. En muchos sentidos, esto fue muy enriquecedor, pues me permitió desafiarme a mí misma para ver hasta dónde puede llegar mi imaginación e intelecto.
Pero después de finalizar mis estudios profesionales, con la llegada de mi primer empleo de tiempo completo, la motivación bajó y la falta de tiempo aumentó. Como sucedió en las últimas dos semanas, simplemente olvidé escribir la columna, y después de todo lo que el medio y los lectores han hecho por mí, en cuestión de crecimiento personal, no me pareció justo, por lo que tomé la decisión de decir adiós.
Gracias a todos los que en los últimos meses se han dado el tiempo de leerme, de escribirme, de compartirme en redes sociales o cara a cara con sus seres queridos. Ha sido una experiencia muy grata, y así como yo aprendí, espero que ustedes también lo hayan hecho.
También me gustaría mencionar que mi mayor propósito con estos textos, además de entretener, siempre fue inspirar. Vivimos en un mundo repleto de horrores y maravillas. A donde sea que volteo, veo cosas que me provocan llanto tanto de tristeza como de felicidad. Me gustaría creer que la columna fue un granito de arena en contribuir a un cambio positivo; que tal vez plante semillas e ideas en las mentes de algunos de ustedes, que de otra forma nunca hubieran pensado.
Puede que ya no lo recuerden, porque hace un par de meses que no lo digo, pero ya no quiero ser periodista. Sin embargo, aunque mis deseos hayan cambiado, todas mis aspiraciones profesionales continúan estando sumamente ligadas a escribir de una forma u otra, y dudo que eso cambie en el futuro. No estoy segura de qué quiero o a dónde me llevará la vida en los próximos años, pero con mucho orgullo puedo decir que fui columnista, y lo bailado, quién nos lo quita.
Gracias por todo, y hasta la próxima.
Alessandra