¿Hasta cuándo?
""
Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
Imposible que AMLO pueda sostener por mucho tiempo su propuesta, que no estrategia, de “abrazos y no balazos” para enfrentar la crimen organizado. De hacerlo se estaría inmolando.
A pesar de que no es del todo cierto la afirmación de que su gobierno no recurre a la fuerza, es decir, a la represión del Estado para enfrentar a grupos de delincuentes, porque en diferentes momentos sí lo ha hecho, no queda claro, es muy confuso, en qué momentos o a quiénes sí enfrentar con las armas y a quiénes no.
Podría pensarse que después del “jueves negro” culiacanense, AMLO y su gabinete de seguridad podrían repensar la política hacia el crimen organizado, pero el Presidente parece empeñado, o quizá debería decir: entercado, con su idea original. Y digo parece porque es muy temprano para ver, si en los hechos y más allá del discursos, ahora sí se elabora una estrategia firme y claramente definida.
No obstante, un elemento que podría presionar como ningún otro, debido a nuestra extrema dependencia, comprobada con la política migratoria y el T-MEC, es la presión intervencionista del gobierno de Estados Unidos y su sociedad, empezando muy visiblemente con varios de sus medios de comunicación más influyentes, como el Wall Street Journal.
La primera reacción de López Obrador, después del 17 de octubre, ante las pretensiones aun más intervencionistas del gobierno de Donald Trump, cuando el subsecretario de Estado adjunto, Rich Glenn, declaró que no preveía que México progresara en su combate al crimen organizado a menos que estableciera un compromiso político compartido con ellos, fue de abierto rechazo, y después, ante la propuesta de Donald Trumpo de ofrecer sus tropas con el fin de combatir a la delincuencia en México, ante la masacre de La Mora, Sonora, AMLO volvió a decir “no, gracias”.
Para México, y para cualquier otro país, sería una abdicación flagrante a su soberanía que tropas de un ejército extranjero interviniera en sus asuntos internos- aunque en los hechos organismos policiales, como la DEA, ya lo hacen-, pero esta posibilidad está contemplada en los manuales de estrategia militar del Comando Sur de Estados Unidos desde hace mucho tiempo, lo cual no quiere decir, que tal escenario sea inevitable e inminente. No obstante, lo que sí es cierto es que ganas no le faltan al Presidente Trump y a los halcones del Pentágono y de la CIA para hacerlo a corto plazo. Incluso habría que decir que las acciones de la delincuencia mexicana refuerzan la justificación trumpiana para levantar el muro y, de paso, fortalecen las posibilidades de reelección del magnate, a menos que el Impeachment avance. La masacre de la familia LeBarón, que cuenta con la doble nacionalidad mexicana-estadounidense, ha enardecido los ánimos antimexicanos en Estados Unidos, lo cual favorece a las posiciones políticas más conservadoras en ese país.
Lo anterior dibuja un contexto pletórico de presiones de numerosos actores estadounidenses para que la 4T redefina el rumbo sinuoso y poco claro de sus acciones contra el crimen organizado. Este parece que se siente seguro que no van a hacerle nada porque sus operativos son cada vez más desafiantes y violentos, sin consideración alguna por nadie, tal y como lo hemos visto en La Mora.
¿Cuántas masacres como la de Sonora puede aguantar México? ¿Cuántos asesinatos de este tipo tendrán que suceder para que el gobierno morenista defina una estrategia firme, bien construida, para enfrentar a corto plazo a la delincuencia organizada? ¿Llegará el momento en que AMLO se vea obligado a aceptar que lleguen tropas estadounidenses para combatir a los cárteles de la droga, como ya sucedió con soldados de élite que incursionaron en Colombia?
Posdata
Es explicable, aunque no deja de sorprender que AMLO a pesar de tantos errores y problemas siga teniendo una aceptación tan amplia. Es cierto que ha disminuido su aceptación uno, dos, tres puntos después del “jueves negro” y que posiblemente caiga otro poco después de la masacre de La Mora, pero sostiene niveles de aceptación popular suficientemente altos para sentirse seguro en la silla.
Lo que sí no imaginábamos es que hubiera en Morena tantos arribistas y oportunistas desde un principio, de otra manera no se pueden explicar los pésimos gobiernos municipales de Morena en Sinaloa. No es tan solo falta de experiencia sino falta de talento, honradez y sensibilidad. ¡Pobre México, intenta con uno, con otro y con otro, y nada...!
¡Qué tristeza!