Hallar un buen Fiscal, ¿aguja en el pajar?
Atributos: experiencia, valiente y probo

Alejandro Sicairos
21 octubre 2021

Ahora sí, una vez que quedó disponible la titularidad de la Fiscalía General del Estado debido a que Juan José Ríos Estavillo renunció al cargo “por así convenir a mis intereses”, lo que sigue demostrará si la vacante se cubre con el perfil que pondere la pertenencia política a la Cuarta Transformación o sea valorada la experiencia, voluntad y honestidad que necesitará la mujer o el hombre que tome a su cargo la nada fácil tarea de abatir la impunidad como piedra angular para reducir los índices de violencia.

A Sinaloa le hace falta un Fiscal con énfasis en atención a las víctimas y plena conciencia de que el manejo estadístico de homicidios dolosos a la baja será tramposo mientras haya crecimiento en delitos como desapariciones forzadas, feminicidios, desplazamiento de personas por miedo al crimen, y grupos de la delincuencia organizada erigiéndose como gobierno de facto. Nótese que el tamaño de los desafíos advierte los peligros de la designación por méritos triviales.

También quien resulte elegido para conducir la institución del Ministerio Público tendrá que llevar a su lado a la o el Fiscal Anticorrupción que atienda esa otra incidencia de ilícitos que históricamente afectan las finanzas públicas al tratarse de dinero que en vez de destinarse a las necesidades apremiantes de los sinaloenses va y para en las cuentas bancarias de los servidores públicos. En este flanco de la procuración de justicia será fundamental el brazo firme, que no dé concesiones, siempre con la ley en la mano.

Por tales razones, nombrar a quienes se desempeñarán como Fiscal General y Fiscal Anticorrupción dejó de ser cuestión de beneplácitos partidistas y se alza, sin derecho a fallar, como asunto de seguridad estatal. Está lejos de la exageración el hecho de anticipar que de estas decisiones dependerá no solamente la gobernabilidad en el sexenio 2021-2027 sino gran parte del balance se realice de la gestión de la 4T que liderará Rocha Moya. Es que la dimensión de la zozobra que provoca el hampa define el tamaño de la vara con que será medido el régimen de izquierda que multiplica la expectativa de paz.

Y sí. De la nueva integración de mandos en la Fiscalía deberá resurgir la confianza ciudadana en que Rubén Rocha Moya, como Gobernador en funciones, hará la parte que le corresponde en la urgentísima pacificación de Sinaloa. La paz verdadera que se traduzca en la tan anhelada tranquilidad para los quehaceres legítimos de la población, no más aquella donde el orden esté sujeto con los alfileres que el narcotráfico pone o quita a la hora que quiere. Sin “culiacanazos” o ataques al sistema de videovigilancia que portan mensajes que le ponen a la gente los pelos de punta.

El Fiscal que el Congreso del Estado decida de la terna que le enviará Rocha Moya, misma que el Gobernador elegirá de los cinco mejores perfiles que le presentará el Consejo Estatal de Seguridad Pública conforme a la convocatoria publicada hoy, llevará implícito desde que asuma el cargo la factibilidad del éxito según lo cuidado que resulte el procedimiento, e igualmente la muesca original de Fiscalía fallida en caso de que el manoseo político decida darle el puesto a un monigote sin experiencia ni arrestos para actuar a la altura de las circunstancias.

Otro punto a anticipar tiene que ver con la legitimidad del nuevo Fiscal. Es decir, puede tomar el cargo el más capaz de los aspirantes, pero cualquier anormalidad del proceso de selección echaría por la borda la fe en él y en la institución que dirigirá. Para que desde el primer momento lleve el acompañamiento unánime y fidedigno de todos los componentes del sistema de combate al delito, tal especie de escudo ha de ser lo suficientemente patentizado por el Gobernador, alcaldes, legisladores y judicatura.

Valdrá también la facultad del Fiscal para hacerse de un aparato auxiliar de confianza probada. La Policía de Investigación, las unidades especiales y los ministerios públicos dedicados a áreas específicas se requerirán con alto sentido de capacidad de respuesta frente a las muchas manifestaciones de la violencia. Será esencial la autonomía plena del titular de la FGE que le evite distraerse en disciplinar a mandos sublevados como aquel que significó Jesús Antonio “Chuy Toño” Aguilar Íñiguez en los gobiernos de Juan Millán Lizárraga y Mario López Valdez al pasarse por el arco del triunfo las instrucciones de los entonces procuradores de justicia.

Lo aquí tratado es, por supuesto, un acercamiento al estado de ánimo ciudadano que precede la toma de una determinación crucial. Los sinaloenses llevan décadas añorando vivir tranquilos, con la certeza que las familias de bien estarán seguras en cualquier esfera legítima en que actúen. Nadie desea que la seguridad pública fundada en el dominio de la ley siga siendo la entelequia extendida por otros seis años más. Sinaloa ya no está para eso.

Entre tantos errores espantosos,

Uno nunca deberá ser repetido:

Desaparecer al desaparecido,

Para bajar homicidios dolosos.

Nunca se podrá entender por qué si la violencia es tan recurrente en la zona de Tepuche, municipio de Culiacán, el Estado se tarda en establecer allá la presencia permanente de fuerza pública federal y estatal y sólo actúa, moroso y negligente, hasta que las familias piden auxilio, como volvió a ocurrir ayer, al vivir otra vez escenas propias del infierno detonado por la ausencia de autoridad. Van las mismas preguntas por enésima ocasión: ¿a qué se dedica la Guardia Nacional en Sinaloa? ¿O realmente su presencia aquí es otra invención? ¿Acaso está decretada esa región como zona de tolerancia para el crimen organizado? ¿Qué hará el Secretario de Seguridad Pública, Cristóbal Castañeda, en el actual o en el próximo gobierno para recuperar esa parte del territorio sinaloense en poder de los sicarios?