¿Hacia una nueva Universidad partido?

Ernesto Hernández Norzagaray
14 marzo 2020

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‘...en Sinaloa estamos viviendo un proceso de reagrupamiento de fuerzas muy diversas que tiene lamentablemente como plataforma sus principales universidades públicas. Por eso, decimos, que la UAdeO ha empezado a dar sus primeros pasos hacia una nueva Universidad partido, es decir, a convertirse en un instrumento al servicio de unos intereses y una ambición política’

La Universidad de Occidente apareció en el escenario de la educación superior a principios de los pasados años ochenta. Fue una de las respuestas del gobierno de Antonio Toledo Corro al grupo dirigente de la UAS que enarbolaba en las calles y plazas la defensa de la autonomía universitaria y un subsidio justo.

Entonces los primeros funcionarios de esta nueva institución -y también de los COBAES- hayan sido personas vinculadas al gobierno, al PRI en contraste con la UAS donde el PCM hegemonizaba en la Casa Rosalina. La educación superior entonces estaba muy partidizada, muy bajo el control de partidos y grupos.

Sin embargo, una franja de la izquierda universitaria desde la elección de rector en 1985 entró en un debate entre dos corrientes del ya entonces PSUM, que simbólicamente se reconocían como “culteranos” y “visigodos”, es decir, la élite intelectual que impulsaba la candidatura de Liberato Terán y la del aparato partidista que estaban con Audómar Ahumada, quien al final resultó ganador en la contienda por el voto universal que en ese entonces existía en la UAS.

La diferencia de fondo entre ambas corrientes era el rol del partido en la conducción de la UAS. Unos planteaban liberarla del control partidario para que siguiera a su aire en sus actividades sustantivas, y los otros continuar con una relación anómala donde la orientación académica estaba en manos de los comisarios políticos.

Señalo lo anterior para mostrar que la izquierda al final terminaría dejando a la institución a su propia dinámica, especialmente en la gestión de José Luis Guevara Reynaga. No sucedería lo mismo con la U de O que estaba -y está pese a su autonomía- sujeta a las directrices que se mandan desde el tercer piso de gobierno.

Todos sus rectores fueron del PRI hasta la llegada de Sylvia Paz que es producto, según algunos observadores universitarios, de un probable enroque entre Quirino Ordaz y Cuén Ojeda, quien recordemos, en el momento de la designación hablaba de cogobierno, y se la debía a Paz cuando en la carrera por la rectoría en 2009 se decidió por el hoy dirigente pasista Corrales Burgueño.

No obstante, en esa trayectoria ligada al PRI siempre se cuidaron las formas y la universidad seguía su propia dinámica de “mucha administración y poca academia”, por la optimización del recurso escaso y la ausencia de profesores investigadores de tiempo completo. Una gran cantidad de sus académicos eran y al parecer siguen siendo de asignatura, de hora clase, por tiempo y obra determinada. Y lo peor, hoy sujetos a los humores políticos y la flexibilidad laboral.

Es conocida la evolución que la UAS ha tenido en los últimos 15 años. De ser una universidad muy ceñida a las directrices de la SEP, tuvo un plus con la llegada de Héctor Melesio Cuén a la rectoría quien trabajó intensamente para sacudirse los resabios del pasado y hacerla a imagen y semejanza de sus ambiciones.

Así, en 2009, cuando termina su periodo entra a la política electoral primero a través de la Asociación civil Cuenta Conmigo y luego con la construcción y debut del PAS en 2012. Bajo la máxima de “si le va bien al PAS, le va bien a la UAS”, recorría el estado y todas las cabinas de radio y TV.

Y, claro, entre 2013 y 2018, le fue bien al PAS llegando a tener seis diputados, pero de acuerdo con indicadores de calidad no le fue muy bien a la UAS. En este periodo vivió un proceso dramático de descapitalización académica por la jubilación de la generación que se incorporó en los años setenta y ochenta que hasta la fecha no se ha subsanado.

Sorprendentemente muchos de estos jubilados hoy están en la UAdeO como funcionarios y profesores de asignatura, empezando por su rectora que no pudo serlo en la UAS y hoy lo es en la UAdeO y fue reelecta ante el asombro, impotencia y enojo soterrado de sus académicos de siempre.

A este fenómeno de transfuguismo académico, los históricos de la UAdeO lo han llamado maliciosamente “uasización” de su universidad. Con el agravante que han llegado algunos de los otrora uaseños a cubrir cargos directivos y el PRI ha venido siendo relegado por no decir eliminado del control de la institución.

Y en ese escenario de exclusión directiva cobra singular importancia la aparición en ella de Jesús Aguilar Padilla, el ex Gobernador, primero como profesor de ciencia política y rápidamente como presidente de la Fundación UAdeO.

¿Qué hay detrás de esta jugada que se combina a la perfección con la de su socio Jesús Vizcarra, quién desde hace algunos años, ha sido presidente de la Fundación UAS? Por cierto, con resultados poco conocidos, eso sí mucha foto y palabrería.
No hay duda de que ambas instituciones tienen problemas de liquidez financiera y hacen falta mucho este tipo de fundaciones, pero ese: ¿es el objetivo de fondo? No.

Al tener control de ambas instancias honoríficas tiene un efecto en automático. En la UAS está resuelto, el control que ejercen la mancuerna Cuén-Guerra garantiza al menos por un tiempo sostener el control de la institución, ya lograron que Rubén Rocha no vuelva a decir que va “acabar con el cacicazgo de Cuén” y, mejor, que se inscriba en su tesis de “no intervención” en los asuntos de la UAS.

En el caso de la UAdeO tienen de su lado al Gobernador Ordaz Coppel y al grupo dirigente de la institución. Hay así un frente universitario informal, pero consistente, que tiene como tarea defender la “autonomía universitaria”, y al mismo tiempo, impulsar la candidatura morenista de Rubén Rocha, a quien algunos miembros de este partido lo consideran el candidato del PRIMOR.

Entonces, volviendo la vista hacia la pregunta que lleva por título este artículo, la respuesta quizá sea atrevida y más allá de convencionalismos, es que en Sinaloa estamos viviendo un proceso de reagrupamiento de fuerzas muy diversas que tiene lamentablemente como plataforma sus principales universidades públicas. Por eso, decimos, que la UAdeO ha empezado a dar sus primeros pasos hacia una nueva Universidad partido, es decir, a convertirse en un instrumento al servicio de unos intereses y una ambición política.

Y lo que era inimaginable en los ya lejanos años setenta y ochenta, hoy la mezcla posmoderna de que todo se vale, pareciera que será una realidad sucesoria y eso causa en muchos azoro y desconcierto.

Al tiempo.