Hacer que valga la pena

Rodolfo Díaz Fonseca
12 mayo 2020

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rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf

 

Vivimos tiempos difíciles, dicen muchas personas, pero en realidad los tiempos no son los problemáticos. Es cierto que no todo tiempo es igual porque hay momentos en que no es fácil sonreír, pero depende de nosotros encontrar el optimismo, fuerza y entereza que nos permita bailar bajo la lluvia.

No es fácil soportar el encierro obligatorio debido al flagelo del coronavirus, pero sí depende de nosotros el ánimo y espíritu con que afrontemos el aislamiento en que nos confinó esta insólita pandemia.

Algunas personas se dejan llevar por la tristeza y el desaliento, pero lo único que logran es abonar en el campo del absurdo y de la depresión. Un proverbio chino señala: “No podemos evitar que los pájaros de la tristeza sobrevuelen nuestras cabezas, pero sí podemos impedir que aniden en nuestros cabellos”.

En efecto, no está en nuestras manos cambiar las circunstancias, pero sí tenemos el poder para conseguir que no nos doble el peso de la fatalidad, como afirma otro proverbio: “Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona. Si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa, Si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación. Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo”.

En otras palabras, no podemos esperar que las cosas cambien milagrosamente, o que una prometeica oleada de buena suerte transforme el dramático escenario. Somos nosotros quienes creamos nuestro propio infierno o paraíso.

La escritora australiana, Colleen McCullough, dijo en El pájaro espino: “Nosotros creamos nuestras propias espinas, y no nos paramos a pensar lo que nos cuesta. Lo único que podemos hacer es soportar el dolor, y decirnos que valía la pena”.

¿Vivo mi soledad, encierro y aislamiento haciendo que el esfuerzo valga la pena?

No es fácil soportar el encierro obligatorio debido al flagelo del coronavirus, pero sí depende de nosotros el ánimo y espíritu con que afrontemos el aislamiento en que nos confinó esta insólita pandemia.

Algunas personas se dejan llevar por la tristeza y el desaliento, pero lo único que logran es abonar en el campo del absurdo y de la depresión. Un proverbio chino señala: “No podemos evitar que los pájaros de la tristeza sobrevuelen nuestras cabezas, pero sí podemos impedir que aniden en nuestros cabellos”.

En efecto, no está en nuestras manos cambiar las circunstancias, pero sí tenemos el poder para conseguir que no nos doble el peso de la fatalidad, como afirma otro proverbio: “Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona. Si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa, Si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación. Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo”.

En otras palabras, no podemos esperar que las cosas cambien milagrosamente, o que una prometeica oleada de buena suerte transforme el dramático escenario. Somos nosotros quienes creamos nuestro propio infierno o paraíso.

La escritora australiana, Colleen McCullough, dijo en El pájaro espino: “Nosotros creamos nuestras propias espinas, y no nos paramos a pensar lo que nos cuesta. Lo único que podemos hacer es soportar el dolor, y decirnos que valía la pena”.

¿Vivo mi soledad, encierro y aislamiento haciendo que el esfuerzo valga la pena?