Habría que hacer cuentas

08 febrero 2020

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Rafael Morgan Ríos

cp_rafaelmorgan@hotmail.com

 

Ya se han publicado las cifras y las cuentas que resultaron en el pasado 2019 en la economía, además de las de salud, la educación, la inseguridad, la ecología y otros varios elementos de lo que el Presidente AMLO llama “bienestar”; estas cifras deben motivar a los gobernantes, dirigentes empresariales y líderes sociales a hacer cuentas para este 2020 y los siguientes años, evaluar riesgos, corregir lo que evidentemente se está haciendo mal y reforzar aquellas medidas públicas y privadas que reencaucen al País por los senderos del crecimiento económico, para poder mejorar a México.

Según los números, el año 2019 fue crítico:

1. La economía tuvo un resultado negativo de -0.1 por ciento, descenso, que no se había visto desde la crisis internacional de 2009, en la que se desplomó la economía nacional y la de muchos otros países, algunos de los cuales todavía no se reponen a cabalidad, como España, Grecia e Italia.

2. Los ingresos tributarios, las provenientes del ISR y del IVA, no llegaron a lo estimado, disminuyendo casi 110 mil millones de pesos, mientras que los ingresos petroleros también cayeron en casi 80 mil millones de pesos.

3. Una primera consecuencia de la caída en los ingresos, fue que se tuvo que recortar el ejercicio del gasto público en 15.6 mil millones de pesos, afectando áreas sensibles del servicio público.

4. Una segunda consecuencia es que se tuvo que echar mano de los ahorros que se tienen en el Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, utilizando 125 mil millones de pesos, con lo que dicho fondo, que contaba con casi 280 mil millones de pesos, quedará con sólo 159 mil millones de pesos, afectando las reservas para contingencias en 2020.

5. De acuerdo con cifras de la propia SHCP, la inversión pública en 2019 disminuyó casi 12 por ciento respecto a 2018, pero al sector energía sí se le incrementó 0.3 por ciento; a Pemex se le aumentó 0.7 por ciento pero la CFE perdió ingresos públicos por -1.5 por ciento, que incrementó su deuda a más de 6 mil millones de dólares.

6. La inversión fija bruta, es decir, tanto la inversión pública como la privada, hasta octubre de 2019 disminuyó 8.7 por ciento, con lo cual se explica en parte la caída en la economía y el empleo.

7. A pesar de las declaraciones de López Obrador de invertir en la reconfiguración y reparaciones de las seis refinerías, la producción de gasolinas fue la peor desde 1990, pues sólo se produjeron 190 mil barriles diarios, que cubren apenas el 26 por ciento del consumo nacional, el resto se está importando; ahora la Secretaría de Energía ha declarado la posibilidad de racionar la gasolina para que los consumidores ahorren combustible; sin embargo, en 2019 el consumo de gasolina cayó 5.7 por ciento y el de diesel 12 por ciento, es decir, ya se está ahorrando combustible obligados por su alto costo.

Ante las circunstancias expuestas, el Gobierno está recurriendo a los recortes presupuestarios y a los subejercicios, afectando áreas muy sensibles como el de salud restringiendo las medicinas, los materiales y el equipamiento médico, así como las de inversiones en mantenimiento y nuevas clínicas y hospitales. Cualquier persona puede constatar la caída en los servicios médicos en el IMSS, el ISSSTE y el Seguro Popular. La alegre promesa del seguro universal y gratuito a través del Insabi, sólo logró “alborotar” a los pacientes y provocó marchas y protestas de enfermos, padres de familia y médicos ante la falta de medicamentos.

Pero igualmente hay múltiples marchas de protesta de maestros y estudiantes por las carencias en escuelas y universidades que exigen más recursos, mejores sueldos y mejores condiciones para enseñar.

Igualmente se tienen y se sufren marchas y protestas de campesinos, policías, pensionados, funcionarios públicos despedidos, así como de diversas organizaciones sociales contra la inseguridad, los feminicidios, los asesinatos de adultos y niños, etc.

En fin, que al abrirse “la caja de pandora” de repartir fondos públicos en forma indiscriminada y desordenada, todos quieren, todos exigen, por lo que se ha llegado a la triste realidad de que no alcanza para todos ni para todo; que los ingresos públicos son finitos y las necesidades sociales son infinitas; que ha llegado el momento de que los gobernantes se detengan a “sacar cuentas” para determinar cómo y en qué es la mejor manera de gastar lo poco que se tiene y a buscar la mejor manera de incrementar los ingresos que, por cierto, no son mérito del gobernante, sino aportaciones de los ciudadanos, producto de su trabajo y esfuerzo.