Habrá Presidenta en 2024

Arturo Santamaría Gómez
09 septiembre 2023

santamar24@hotmail.com

Histórico: en 2024 México tendrá Presidenta. Y, según las estadísticas del momento, será Claudia Sheinbaum. Faltan largos nueve meses, pero los números es lo que indican a finales de agosto.

El triunfo de Claudia como candidata de Morena estaba anunciado para algunos comentaristas, entre los que me incluyo, no desde que López Obrador presentó su primera lista de aspirantes, sino desde el momento en que la Dra. Sheinbaum se convirtió en la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Este solo hecho la convertía en la militante de Morena con los mayores reflectores y presencia política para ser aspirante a ocupar Palacio Nacional. El precedente lo había establecido AMLO. Nunca antes un gobernante de la Ciudad de México, antes Distrito Federal, había logrado ser candidato a la Presidencia de la República. Ese era sólo uno de los argumentos, había otro muy importante: la ex lideresa del CEU – Consejo Estudiantil Universitario- el movimiento estudiantil universitario que impidió en 1987 el establecimiento de cuotas de inscripción en la UNAM y logró su plena gratuidad, era la única de las corcholatas que siempre había militado en la izquierda y se había ganado la confianza y afecto del caudillo de Morena cuando la incorporó a su gabinete por su formación científica.

No es irrelevante mencionar que López Obrador tuvo más confianza en una mujer con formación en las ciencias exactas y no en un político de carrera que, además, no fue del PRI, como él mismo y Marcelo Ebrard. No se puede olvidar tampoco que Claudia estuvo al lado de López Obrador en el PRD y sale con él para fundar Morena. Mientras que Ebrard se mantuvo en el PRD y se afilia a Morena recientemente. Es claro, que Sheinbaum Pardo demostró ser más eficiente, leal y confiable para Andrés Manuel López Obrador que Ebrard, y por eso siempre envió señales de que ella era su favorita. Lo cual, la población, aún la desafecta y no tan solo los morenistas, lo percibieron muy tempranamente.

Para legiones de discrepantes de Morena y AMLO, el tabasqueño se inclinó por Claudia no porque fuera más capaz, leal y confiable que Ebrard sino porque están convencidos de que ella no es más que un títere del tabasqueño y lo seguirá siendo. Ningún argumento los hará cambiar de razonamiento, así que lo mejor es dejar que lo sigan creyendo.

No obstante, desde que se empezaron a levantar encuestas, hace ya más de un año, para medir las posibilidades de los posibles candidatos y candidata de Morena a la candidatura presidencial, la Dra. Sheinbaum apareció punteando y nunca dejó de serlo. Su mayor aceptación entre la población consultada fue una constante indeclinable.

Ahora bien, es indudable que tanto Claudia como Adán Augusto recibieron más apoyo financiero y logístico de gobernadores y secretarios de Estado que cualquier otro de los aspirantes a ser “coordinador en defensa de la 4T”, antes y durante las campañas proselitistas, lo cual, sin embargo, viendo el comportamiento de las encuestas a lo largo de más de doce meses, éstas nos indicaban que tales actos oficialistas eran innecesarios. En contraste, cuando nos enteramos del intenso e incansable trabajo de los morenistas y simpatizantes que apoyaron a Claudia en Mazatlán - que me dicen fue similar en muchas otras ciudades del país-, los cuales no cejaron de tocar puertas ni un solo día de la campaña interna, se puede concluir que esta labor fue mucho más importante que los actos masivos organizados en lo fundamental por funcionarios de gobierno. Y si tomamos el ejemplo mazatleco nuevamente para hablar de la campaña de los seguidores de Ebrard diremos que fue pésima. Su responsable quiso hacer todo a base de dinero y jaleos, lo cual demostró ser equivocado. Para colmo, organizó una conferencia con David Páramo, un economista furibundamente crítico del gobierno morenista, lo cual hizo que muchos se preguntaran ¿cómo pudieron invitar a un personaje de ese corte?

Todo lo anterior nos dice que Marcelo Ebrard sabía de antemano que remaba muy a contra corriente y que, prácticamente, ni él ni ningún otro podían derrotar a Claudia Sheinbaum; aun así, el ex Canciller decidió participar en la competencia interna de la que salió apaleado, según prueban todas las encuestas, incluida la de la casa demoscópica que él mismo seleccionó.

En estas circunstancias, ¿qué pretendía Marcelo Ebrard? El lunes lo sabremos con claridad. Por lo pronto, a diferencia de lo que ha dicho, finalmente resultó ser un mal perdedor y un mal político, porque la única política buena es la que gana.

Posdata

Ya hay dos candidatas y una de ellas será la Presidenta de México. Aunque la ventaja de Claudia sobre Xóchitl, según la fotografía del momento, es grande, es posible que la competencia se cierre en los próximos meses. En un contexto así, AMLO, el jefe político de Morena, es evidente que ya recurre a la misma estrategia que lo hizo ganar en 2018: atraer grupos políticos de todas partes, con un mayor acento en seducir a priistas y ex priistas, como lo hizo recientemente en el Estado de México con el Gobernador Alfredo del Mazo, y como ya lo hace Rubén Rocha en Sinaloa con militantes ex priistas y priistas. López Obrador sabe que las elecciones se ganan con votos y por eso el rompimiento de Jesús Valdés y Fernando Pucheta con el PRI y el acercamiento de éstos al Gobernador. A los militantes de Morena les costará trabajo entender y aceptar la estrategia de su jefe, pero si algo caracteriza a AMLO es la política-política; es decir, la que dicta que lo más importante es ganar y conservar el poder con votos, así sean de ex priistas o ex panistas.

Por un lado, AMLO se inclinó para la candidatura presidencial por una mujer inteligente, eficiente, leal, decidida, que sabe tomar decisiones prácticas y que genera confianza, y por otro, define una estrategia de atraer cuadros políticos con un comprobado capital electoral que suma al que tiene Morena.

Ya veremos en las próximas semanas si en Sinaloa esto es cierto.