Fructífero

Lorenzo Q. Terán
24 diciembre 2019

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lqteran@yahoo.com.mx

Estamos a punto de despedir un año fructífero en acontecimientos importantes en la vida de la Nación, esperamos buenas nuevas para el mejoramiento de los más débiles; esta debe ser la principal premisa del año próximo. Este año que termina deparó grandes sorpresas en bien de los olvidados, el próximo debe ser mejor.
Son nuestros más caros deseos que lo panes se multipliquen en los hogares de los más pobres. No hay satisfacción más grande para un defensor de la situación de los pobres que poder corroborar que el progreso abarca a los sectores sociales tradicionalmente marginados, producto de la desigualdad social. Cuando eso sucede, el ánimo se revitaliza en los seres humanos de buena voluntad, afortunadamente ese tipo de personas abundan en esta sociedad.
La gente de este país es generosa, sus enormes riquezas naturales le dan certidumbre. Desde hace un año lo venimos corroborando, los bienes disponibles de la Nación empiezan a ser redituables en beneficio del pueblo. Colmado de riquezas, por fortuna, este país debe dejar de mirar sólo a las élites y voltear a ver hacia abajo, a la inmensa mayoría de sus habitantes.
Hoy los mexicanos cuentan con un gobierno preocupado por el bienestar de su pueblo, esas son señales bien recibidas por los ciudadanos en general, tan vilipendiados por los gobiernos omisos, que desarrollaron en el pasado inmediato una política conservadora de manera permanente, sin ninguna sensibilidad social.
Se tienen muchas razones para ver con optimismo, con ánimo renovado, el futuro del nuevo año; con la seguridad que les espera un halagador mañana lleno de buenas nuevas, con plena certeza en un porvenir con satisfactores, los sectores sociales más marginados participan en el cambio de la sociedad; para ellos no hay dudas sino esperanzas renovadas, las condiciones están fincadas para lograr que por primera vez en décadas los beneficios del progreso lleguen a estos sectores subalternizados.
Los acontecimientos sustantivos del pasado año dan la pauta a nuestras afirmaciones pletóricas de optimismo. No hagamos caso a los agoreros del desastre, pues siempre vaticinan lo peor, pero no atinan nunca en sus catastróficas predicciones, se han estrellado con una realidad que los desmiente, y los pone incluso como solapadores de la corrupción de los gobiernos anteriores, debido a su conservadurismo a ultranza.
Lo hemos enfatizado reiteradamente: este país fue víctima de la corrupción más increíble, por muchos años, similar a la de una cadena interminable de desastres naturales, repercutiendo esa práctica gubernamental en un deterioro terrible de los grupos más vulnerables, produciéndose, según el Banco Mundial, unos 52 millones 400 mil personas viviendo en la franja de pobreza, de los cuales 29 millones 300 mil se encuentran en el rango de pobreza extrema, propiciando un ofuscamiento social, que se pronunció definitivamente a favor de un golpe de timón gubernamental, mediante una masiva votación, en la elección federal del 1 de julio del 2018.
A partir de esa fecha, las cosas dieron un vuelco de ciento ochenta grados para bien de los marginados. Los ciudadanos se decidieron a poner un alto al desastre practicado por la corrupción del gobierno, el cual -insistimos- llegó a estándares intolerables para la ciudadanía, decidiéndose ésta a poner fin a la rapiña incesante prevaleciente en el ámbito nacional; esas son las razones profundas de por qué se produjo el cambio.
Desde entonces, la situación ha empezado a ser diferente en el quehacer de la función pública, al grado que se han presenciado casos inéditos en el territorio nacional, suscitándose hechos sin precedentes en largas décadas. Eso ha fortalecido el ánimo social positivamente, los ciudadanos cuentan un antes y un después de la elección federal del 1 de julio del 2018. Esa fecha es un parteaguas en la vida nacional.
No vemos, por ninguna parte, factores capaces de detener el avance de la nueva política económica y el logro de los objetivos planteados como paradigmas para consolidar el progreso del país, en beneficio de sus habitantes; eso entraña una enorme importancia y renueva esperanzas.