Evo y Rosario: la oposición en México

Vladimir Ramírez
15 noviembre 2019

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El día martes 12 de noviembre fue la fecha en la que arriba a nuestro País el Presidente dimitido de Bolivia, Evo Morales, y también ese mismo día tomó protesta como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra, hija de la legendaria luchadora social Rosario Ibarra de Piedra, quien el pasado mes de octubre recibiera la medalla Belisario Domínguez. Ambos acontecimientos generaron en los medios de comunicación y particularmente en las cámaras del Senado y de Diputados una peculiar protesta por parte de la Oposición, principalmente del Partido Acción Nacional.

Los argumentos que pusieron en el escenario de las noticias principales estos dos sucesos no correspondieron a la desmedida euforia con la que han demostrado su inconformidad y desacuerdo los opositores de la decisión del Presidente López Obrador de ofrecer asilo político a Evo Morales y al nombramiento de Rosario Piedra por parte del Senado como nueva titular de la CNDH.

Todo parece indicar que quienes hoy se sitúan como adversarios políticos del actual régimen no entendieron en su tiempo el rol de ser gobierno, ni comprenden su lugar como Oposición. La realidad política en el País cambió de una forma sorprendente y, al parecer, tal experiencia no les ha advertido todavía que las reglas del juego se han modificado y que les es urgente y necesario reinventarse después de aquel descalabro electoral del 2018.

Los hechos acontecidos en el Senado hace dos días delatan a una ya anacrónica clase política que actúa con una especie de absurda sordidez y antigua grandeza, que los ubica en una penosa transición de inmadurez política.

Durante más de 18 años estuvieron siguiendo los pasos de Andrés Manuel López Obrador y todavía lo siguen haciendo. Ciegos y sordos viven el sueño del que todavía esperan despertar para continuar en una ficticia realidad que sólo ellos, aferrados, siguen creyendo. Están moralmente derrotados, les dice López Obrador, y es cierto, como también es cierto cuando la Pposición advierte rasgos de autoritarismo en el actual Presidente, el contraste en ambas aseveraciones es que ya no se les cree; los partidos que actualmente se encuentran en el lugar de Oposición han perdido la confianza de los mexicanos desde hace décadas. En la lucha por el poder, en democracias como la nuestra, la verdad tarde o temprano siempre termina por revelarse. La diferencia entre los partidos políticos como opciones electorales terminan invariablemente marcadas por la confianza, quien ha perdido la capacidad de ser confiable, termina paradójicamente con una gran capacidad de ser estigmatizado por la desconfianza.

Es por ello que resulta decepcionante que los partidos de Oposición continúen con prácticas del pasado, apostando al fracaso político de sus adversarios en el poder, como premisa para acceder a él a toda costa. Tendrían que ser más ingeniosos para persuadir a la gente, aunque ese camino del engaño ya lo conocen, lo cual sería muy paradójico, pues los llevaría al mismo lugar en el que ahora se encuentran.

Es por eso que pretender perturbar el ejercicio de la política a través del escándalo, denostando y mediatizando los casos de Evo Morales y Rosario Piedra, resulta tan desatinado como creer que las prioridades del pueblo de México se limitan a tales asuntos.

En todo caso, como considera Lorenzo Meyer en un texto titulado Impugnar el discurso político: La política es acción, pero también discurso, es decir, la forma en que los actores políticos presentan una argumentación que pretende explicar y justificar las acciones tomadas en relación con el poder político necesariamente tendrán que considerar los elementos materiales y simbólicos que se tienen por valiosos en una sociedad. Quien todavía pretenda que el País sigue siendo el mismo después del 2018, seguirá permaneciendo en el error y en el pasado.

Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo martes.