Estorban vías y estaciones del tren. Han sido obstáculo difícil de quitar

Alejandro Sicairos
26 febrero 2020

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alexsicairos@hotmail.com

 

A pesar del impacto que tendrá el hecho del eliminar los inseguros cruces de vías en áreas urbanas y acercar el ferrocarril a las zonas agrícolas e industriales donde se le necesita, desde hace una década está congelado el proyecto para sacar la estación del tren del centro de la ciudad de Culiacán. De hecho, el Presidente Andrés Manuel López Obrador es el cuarto Mandatario mexicano al que se le plantea el tema y que dice sí, aunque no precise cuándo.

En sí los tendidos y terminales ferroviarios son un obstáculo para la planeación urbana en las principales ciudades de Sinaloa. Después de ser durante un siglo el puntal estratégico de origen del desarrollo económico, la modernización de las comunicaciones y las tecnologías para el transporte de personas los han relevado en la escala de prioridades.

Los trenes de carga deben sacarle lo más que puedan la vuelta a lo urbano y la tendencia es conectarlos a clústeres donde están las mercancías que mueven, afuera de las ciudades. A no ser por lo histórico y la nostalgia que inspiran las estaciones, y aun cuando se implementara el tren turístico que se planea para Sinaloa, tienen que ser ubicadas donde interfieran lo menos posible con las urbes.

En el caso de Culiacán, la vida inútil de la estación y el ramal de vías que aprisiona y asfixia al sector poniente empezó hace un cuarto de siglo cuando en 1995 inició el proceso de privatización del sistema ferroviario mexicano. Ferrocarriles del Pacífico dejó de prestar en la región el servicio de trenes de pasajeros y lentamente la terminal local se fue acabando hasta transformarse en un estorbo para las políticas de modernización de la capital sinaloense.

La reubicación de vías y centros de abastecimiento no es gestión nueva. Por allá en 2010 Ferrocarriles Nacionales autorizó que la vieja terminal ferroviaria saliera del casco urbano culichi y se fuera al valle de Culiacán, en las inmediaciones de la sindicatura de Costa Rica, donde está la carga a transportar. Por razones desconocidas, que el sentido común podría atribuir a la discontinuidad transexenal, se retrasó la presentación del proyecto ejecutivo y cada lapso de tiempo el asunto reaparece en la agenda gubernamental.

A tiempo reciente, Quirino Ordaz Coppel es el cuarto Gobernador que insiste en quitarle las trabas al plan para desaparecer la estación y las vías en el espacio citadino. Desde el sexenio de Juan Millán esa infraestructura se volvió obsoleta y se buscó la forma de eliminarla para limpiar de obstáculos el programa de expansión vial trazado a partir del Palacio de Gobierno hasta la zona conurbada con Navolato.

Desde entonces para los políticos en el gobierno la estación del ferrocarril estorba. Inclusive tal vez desde antes Alfonso G. Calderón hubiera deseado quitarla cuando construyó la actual unidad administrativa estatal encima de la tumba de Jesús Malverde, o Francisco Labastida Ochoa la señalara como obstrucción a la mancha modernizadora del Desarrollo Urbano Tres Ríos. Para Jesús Vizcarra Calderón, siendo Alcalde de Culiacán, implicó el reto de construir túneles viales para saltar ese gran tope que significa la subestructura ferroviaria.

Hoy el Gobierno Federal y específicamente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes carecen de argumentos para oponerse a que la estación del ferrocarril salga del área urbana en Culiacán. Siendo más visionarios, este replanteamiento hecho a AMLO debería dar lugar a que se revise la red ferroviaria en las ciudades y que esta permanezca donde sea útil y se elimine donde significa más peligro que beneficios.

La parte que corresponde a Culiacán parece resuelta porque ya existe la decisión de moverla del lugar donde continúa hoy. Es la solicitud más fácil de implementar de todas las que planteó Quirino Ordaz a López Obrador y bastaría con que el Presidente conociera la gran cantidad de accidentes y el número de víctimas que ocasiona ese camino de hierro que desentona con la modernidad en Culiacán y el resto de las ciudades sinaloenses.

Lo otro se ve más difícil, pero no imposible. La terminal de cruceros turísticos en Mazatlán, la continuación de las carreteras Badiraguato-Parral y San Ignacio-Tayoltita, así como la presa Santa María, son obras a gran escala y tienen mayor grado de complejidad. Lo de librar a las ciudades de ramales y centros ferroviarios es pan comido porque desde hace diez años se trabaja en ello y lo único que falta es un Presidente que dé un golpe de autoridad en la mesa de los burócratas. Así como López Obrador lo sabe hacer.

 

Reverso
Para subirnos al tren,
De un Culiacán más moderno,
Le hace falta al gobierno,
Traer las pilas al cien.

 

Primor de mujeres
Graciela Domínguez Nava y Gloria Himelda Félix Niebla, una de Morena y otra del PRI, la primera presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado y la segunda presidente de la Mesa Directiva, dieron lecciones de que en la lucha por los derechos de las mujeres las diferencias salen sobrando y salieron juntas ayer a mostrar el apoyo de la 63 Legislatura local al movimiento feminista “El nueve ninguna se mueve”. A diferencia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que luce entrampado en el tema, aquí la dupla Pri-Mor demuestra que por las causas socialmente justas vale la pena echar a la mar las rencillas políticas. Muy bien por las dos y por los partidos que representan.