Estado, felicidad y neoliberalismo

Vladimir Ramírez
22 mayo 2020

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A lo largo de la historia del Siglo 20 y todavía hasta nuestros días, las ideas de Estado y sociedad se relacionan en mayor y menor medida con aquellas dos grandes y significativas visiones del mundo, pensadas desde los antiguos modelos de sociedad capitalista y socialista, ambas experiencias se vivieron en prácticamente todos los países en el mundo y en todos los ámbitos sociales en los que se disputaban formas distintas de vivir y entender la libertad y la igualdad; antiguo dilema de la historia de la humanidad. Pero fue a inicios de la última década del siglo, en diciembre de 1991 que se anunciaba la disolución de la Unión Soviética, con ello el fin de la Guerra Fría y el llamado bloque socialista. Se afirmó entonces que ese momento representaba el fin de la historia y de la lucha de las ideologías, que a partir de entonces se establecería el predominio de la democracia liberal en el mundo. A partir de este hecho histórico se propicia la coexistencia de ideas socialistas en sociedades capitalistas.

Las diferencias ideológicas continúan en disputa, teniendo ahora como campo de discusión los postulados de la economía de mercado. Así se adaptaron la gran mayoría de los países, entre ellos México, que durante los últimos 40 años se aplicó al modelo neoliberal y desarrolló no sólo una nueva racionalidad sobre la economía, el Estado y la manera de vivir de las nuevas generaciones, sino que determinó durante su proceso realidades contradictorias que por una parte propiciaron la apertura comercial, impulsaron la inversión privada, se generaron nuevos empleos y acceso a créditos y bienes materiales, sin embargo al paso del tiempo, surgieron aspectos de la agenda neoliberal que no funcionaron como se esperaba, no todos los países lograron un crecimiento económico sostenido y emergió en cambio, un incremento de la desigualdad social, se dispararon los índices de pobreza, aumentó la corrupción gubernamental, el crecimiento de la delincuencia organizada y la concentración de la riqueza nacional, que en el caso mexicano, se reúne en un 10 por ciento de la población, lo que permitió ser uno de los países con más millonarios en el mundo.

Sin duda que estos resultados fueron las principales razones por las que más de 30 millones de mexicanos votaron en contra de los anteriores gobiernos. La razón principal, es el resultado de un modelo económico que no funcionó para las mayorías, sino sólo para unos cuantos, lo que generó un proceso de deterioro continuo del desarrollo del país y la erosión de su tejido social.

Se piensa que las ideas y programas económicos impulsados por los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Inglaterra fueron los vencedores de la Guerra Fría de la década de los 80 del pasado siglo, sin embargo, hay quienes afirman como el investigador del Colegio de México, Fernando Escalante, que en realidad fue el modelo de economía mixta el que terminó por vencer al modelo económico de los países socialistas y no el modelo neoliberal como se cree, puesto que éste inicia su auge después de la Guerra Fría, cuando se dio el despliegue del modelo neoliberal en el mundo y principalmente en los países en desarrollo como el nuestro.

Hoy, a cuatro décadas del modelo de economía mixta instituido por el Presidente Lázaro Cárdenas y sostenido hasta la llegada del Presidente Miguel de la Madrid, pareciera recobrar una renovada vigencia en el actual gobierno de López Obrador, quien desde su llegada ha anunciado el fin del modelo neoliberal. Esto ha desatado el debate entre quienes no están de acuerdo en modificar la política económica de los anteriores gobiernos y quienes comparten esta visión. No obstante, todo indica que regresa una nueva versión del modelo de economía mixta, en el que se pretende garantizar viabilidad económica y proyecto social, una especie de mixtura política y gubernamental que promete alentar un crecimiento económico que armonice con la justicia social.

De ahí que el Presidente sostenga su desacuerdo por continuar orientando sus políticas gubernamentales bajo el criterio de los índices de crecimiento económico y del Producto Interno Bruto, puesto que afirma, no garantiza el desarrollo social de las mayorías, pues afirma que su interés está en atender primero la “economía de la familias”. Precisamente el día de ayer el Presidente dio a conocer que prepara un índice alternativo para evaluar el bienestar en contraste del PIB, un modelo distinto enfocado en evaluar no sólo el crecimiento económico sino también el bienestar, los grados de desigualdad, la democracia y la felicidad del pueblo de México, tal como lo han planteado otros países, entre ellos Nueva Zelanda.

Sin duda que estamos ante el planteamiento de un posible nuevo orden económico, del inicio o reinicio de un paradigma de gobierno, que según sus detractores fracasó en el pasado, pero para otros, fue el modelo que permitió el “milagro mexicano” que sentó las bases del desarrollo en México.

De cualquier forma, me parece que hay que estar muy al pendiente, porque también es cierto que a un año y medio del gobierno de López Obrador, una cosa es lo que se anuncia en las mañaneras por el Presidente y otra lo que sucede en las entidades y gobiernos locales de Morena.

Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.