Esculpir al hombre
14 abril 2019
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@rodolfodiazf
¿Cuál es la imagen que tenemos de un filósofo? ¿Cuál es su actividad principal? ¿A qué se dedica? ¿Cuál es su contribución a la sociedad?
Normalmente, se tiene una idea muy distorsionada del filósofo. Esta falsa imagen no es culpa de la sociedad sino, en gran parte, la han propiciado la misma actitud y comportamiento del filósofo.
En efecto, muchas veces se concibe al filósofo como un individuo encerrado en una cápsula de abstracción. Una persona aislada, concentrada en absurdos silogismos y estériles artilugios. Un espécimen en vías de extinción, que se expresa en complicados términos y se retrae en intrincados laberintos del pensamiento.
Empero, esta concepción es completamente errónea. El filósofo no es un monstruo que devora libros, ni un genio que inventa esotéricas doctrinas u oscuros sistemas en los que solamente pueden adentrarse algunos iniciados.
Por el contrario, el filósofo debe ser alguien encarnado en el mundo. No es un misántropo ni un agorafóbico. Es más, no es ni siquiera un profesional en el sentido estricto de la palabra. La filosofía no es un saber especulativo, sino netamente práctico que se traduce en un modo de vida. Es decir, filosofar no es sólo saber pensar, sino sobre todo saber vivir.
Así lo constató Pierre Hadot: “El filósofo antiguo no tiene nada que ver con nuestros filósofos contemporáneos, quienes se imaginan que la filosofía consiste, para cada filósofo, en inventar un «nuevo discurso», un nuevo lenguaje, a cada cual más original cuanto más incomprensible y artificial. El filósofo antiguo, de una manera general, se sitúa en una tradición y se vincula a una escuela”.
La tarea de la filosofía, pues, no consiste en especular sobre el hombre, sino en esculpirlo, forjando un ideal de vida y de compromiso.
¿Esculpo mi mejor figura y versión?