Esclavitud y liberación

Rodolfo Díaz Fonseca
29 febrero 2020

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La práctica de la esclavitud fue abolida hace muchos años en casi todos los países, a excepción de Mauritania en donde se abolió hasta 1981. A pesar de ello, en algunas naciones persiste una esclavitud disfrazada, no obstante que el 2 de diciembre de 1949 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud.

En México, Miguel Hidalgo y Costilla expidió un decreto en Guadalajara, el 6 de diciembre de 1810, mediante el cual abolió la esclavitud. En Estados Unidos, Abraham Lincoln lo hizo con la Proclamación de Emancipación en 1863.

Aunque ya no exista esclavitud formal, debemos reconocer que en que en algunos países se sigue practicando. Además, en otros subyace de manera velada al pagar salarios de hambre, propiciar la migración o vivir en situaciones infrahumanas.

Empero, hoy no queremos referirnos a esa esclavitud exterior, sino a la que asume la propia persona al vivir anclada en bienes materiales, modas y cualquier otro tipo de perjudiciales pasiones.

Epicteto, llegó a Roma como esclavo del liberto Epafrodito, se adhirió a la filosofía estoica y se convirtió en un moralista que exhortó a buscar la verdadera felicidad, fustigando los excesos de la comodidad y el apego a las banalidades y superficialidades:

“No te preocupes de satisfacer las necesidades de tu estómago, sino las de tu alma… Quien es libre según el cuerpo, pero tiene atada su alma, es esclavo; quien está exento de mal en el alma, es hombre libre, aunque tenga el cuerpo encadenado”, subrayó.

Epicteto añadió: “La felicidad está en ti, en la libertad verdadera, en la ausencia o supresión de todo miedo innoble, en el absoluto dominio de ti mismo, en la posesión de la satisfacción y la paz”.

¿Soy libre o esclavo?