Érase una vez un planeta
Había una vez un planeta donde todo sucedía al revés, ¿ficción o realidad? Generalmente escribo sobre lo que está sucediendo en las ciudades, esos lugares en constante transformación que el ser humano construye para intentar sobrevivir y convivir entre ellos, y a veces, hasta con otros seres vivos. Esta vez haré una excepción e imaginaré una historia de la cual, ustedes, estimados lectores, tendrán la mejor interpretación.
La historia comienza con seres de una galaxia lejana que se enteraron de la existencia de unas criaturas dominantes en un planeta donde desarrollan una forma de vida y subsistencia a costa del sometimiento del resto de las especies vivas que ahí existen.
Un día, aquellos seres decidieron enviar emisarios a ese planeta para conocer cómo se organizaba esa especie para lograr esa vida desarrollada. El informe se basó en la mera observación e interpretación de lo que ahí sucedía ya que nunca hubo contacto ni intercomunicación. Los resultados fueron por demás desconcertantes.
El informe entre otras cosas decía lo siguiente: Esta extraña especie se ha reproducido de forma alarmante en aquel planeta. Viven agrupados por millones en poblaciones donde creen sentirse bien, aunque parecen tristes y temerosos. Siempre están de prisa y angustiados. Se aprecia que tienen grandes carencias incluso muchos padecen de hambre, aunque otros, muy cerca de ellos, desperdician grandes cantidades de alimentos.
Esta rara especie son de hábitos diurnos, aunque nos confundió mucho su empeño por mantener sus poblaciones iluminadas artificialmente, aparentemente para extender sus rutinas hasta media noche para luego desperdiciar muchas horas del día durmiendo. Esto les genera severos daños de salud, aunque parecen disfrutarlo. Duermen en guaridas fortificadas. Pensábamos que se protegían en ellas de otras especies, pero al parecer a quien más temen es a su propia especie. Tampoco entendimos por qué arriesgan sus vidas con tanta facilidad al construir sus guaridas cerca de los ríos o en lugares que suelen inundarse, cerca de volcanes, frente a feroces mares o bajo débiles laderas o lo más increíble, en lugares donde la tierra se mueve con intensidad. Quizá son sus estrategias para intentar controlar la sobrepoblación.
Estas criaturas parecen siempre enfermas. Algunas desnutridas otras sobrealimentadas. Para producir los alimentos destruyen y envenenan su entorno. Son seres altamente tóxicos, contaminan agua, aire y tierra por donde pasan y han transformado todos los paisajes naturales en paisajes artificiales. Aunque algunas poblaciones carecen ya de agua -que parece ser imprescindible para su vida- otras la derrochan en grandes extensiones de pasto donde un pequeño grupo golpean con unos palos unas pelotitas blancas. También observamos que algunos acumulan agua en grandes contenedores azules que usan de vez en cuando aparentemente para humedecerse.
En extensos territorios desechan millones de utensilios obsoletos que impactan la vida silvestre que ahí existe. Uno de estos utensilios que esta especie utiliza -no supimos con certeza si era un utensilio o una extensión de una de sus extremidades- parece vital para subsistir, aunque logramos descubrir que algunos no lo tenían y aparentemente lucían más saludables. No quisimos indagar más por si fuera peligroso.
En la mayoría de las poblaciones estos seres caminan poco, muchos han decidido trasladarse en unas ruidosas máquinas que ensucian el cielo y se aglutinan en amplias veredas, donde pasan horas atrapados. Cuando por fin se desplazan lo hacen a gran velocidad y las usan como armas con las que golpean y matan -sin aparente motivo- a sus semejantes y a toda forma de vida que se cruza en su camino. Es muy extraño este comportamiento en verdad.
Con lo que respecta a sus críos, que cada vez son menos, salen muy poco al aire libre, generalmente los tienen encerrados en las guaridas y los llevan todos los días a otros lugares para encerrarlos durante largas horas del día. Algo malo deben estar haciendo. No logramos detectarlo.
En aquellos territorios donde no han desarrollado grandes poblaciones parecen ser, paradójicamente los que mejores condiciones de vida tienen. Ahí pudimos observar gran variedad de especies vivas en absoluta armonía e incluso, algunas de los seres dominantes -de aquella variedad que carece de extensión en su extremidad- que también viven en pequeños grupos, aquí sí, muy respetuosos de su entorno. Estos lugares son como pequeñas muestras vivientes de lo que en otro tiempo habría sido este planeta.
En resumen, estos seres extraños viven en sociedad, aunque son sumamente egoístas. Han arrasado con árboles, ríos, mares y montañas. Producen más objetos y herramientas que comida. Llevan y traen grandes cargamentos de un lugar a otro del planeta por mar, tierra y aire; sin importar sus consecuencias ambientales. En cambio, vimos cómo algunos de estos seres quieren cambiar de territorio y son brutalmente reprimidos. Muchos mueren en el intento de querer vivir en otros lugares del planeta. Pero lo peor de todo que vimos, es que esas diferencias entre ellos han desatado grandes conflictos que los ha llevado a destinar la mayor cantidad de su energía en fabricar poderosas armas que hasta ahora les han servido solo para autodestruirse. Todo ahí es muy extraño. Difícil de entender y peligroso. Recomendación: Evitemos acercarnos.
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