¿Era necesario eliminarlos todos?
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jesusrojasriver@gmail.com
Quiero comenzar diciendo que no tengo duda que en algunos de los 109 fideicomisos federales eliminados en la Cámara de Diputados estuvo presente el fantasma de la corrupción. Nadie en su sano juicio podría dudar de ello. Los fideicomisos fueron durante muchos sexenios una caja chica de truhanes. ¿Pero era necesario eliminarlos? ¿Borrarlos de un plumazo?
Un fideicomiso gubernamental es en esencia un acuerdo de la administración pública para destinar recursos de diversos orígenes a proyectos específicos. Nacieron en México como una respuesta al presidencialismo, a la disposición autoritaria de los recursos de la federación y sus secretarías de Estado para evitar que en temas muy especiales, el dinero se fuera a otras bolsas.
México construyó fideicomisos de toda naturaleza, debo confesar que de los 109 eliminados, de algunos no tenía ni idea de su existencia. En una depuración a “raja tabla” fue imposible determinar la funcionalidad, la eficiencia, la transparencia y el bien social que representaban. Decidieron pasarlos por las armas a todos, sin distingo y sin debate.
Los diputados de Morena iban a lo que iban, a cumplir la orden del Presidente. La oposición intentó de múltiples formas parar los actos en curso de legislación, pero le fue imposible, de nada sirvieron las horas de retraso, la toma de tribuna, los gritos y empujones.
Del Conacyt se van varios fondos, entre ellos el Fondo Internacional de Cooperación de Ciencia y Tecnología, Fondo de Desarrollo Científico, Fondo de Innovación Tecnológica y todos los recursos destinados a la investigación en las entidades federativas. La comunidad científica mexicana protestó airadamente las decisiones pero de poco les sirvió. Algunos legisladores cuestionaron la independencia “académica” de la Ciencia Mexicana y a muchos los llamaron corruptos y aviadores.
Eliminaron también el Fondo de Financiera Rural, uno de los más cuestionados por su modo de operación. Este fondo servía para la financiación de proyectos productivos en comunidades rurales en actividades agropecuarias, forestales, pesqueras entre otras. Se fue también el Fondo de Conservación Ecológica. La preocupación de los productores los hizo movilizarse hasta el recinto legislativo donde apenas una pequeña comisión fue recibida pero no escuchada.
Se eliminó también el Fondo para la Protección de Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos, un tema por demás doloroso porque ese programa ha salvado la vida de varios reporteros y líderes sociales en un país de altísima peligrosidad para el ejercicio de la profesión. ¿Qué pasará con los periodistas que actualmente están desplazados? ¿Qué será de los activistas amenazados de muerte?
Pero sin duda el más polémico de los fideicomisos eliminados fue el más grande, el Fondo de Desastres Naturales FONDEN, que según los diputados aliados de Andrés Manuel resume en cada acción, una serie de irregularidades que van desde compras a sobre precio, hasta la duplicación de padrones de beneficiarios que no terminaban por recibir el apoyo gubernamental en caso de una contingencia climática.
Justo cuando un huracán de una potente categoría 4 amenazaba el caribe mexicano, las y los diputados debatían la eliminación del fideicomiso, sin tener idea de cómo operarían los programas en caso de impacto. Por fortuna, el fenómeno natural se degradó y apenas causó unas ligeras inundaciones y daños menores. La naturaleza nos perdonó, nos dio la oportunidad de replantear el nuevo mecanismo de apoyo. El Presidente quiere que sea directo, que cada uno, en todos los programas los reciban de parte de él, si alguien dudaba de la intención de un presidencialismo exacerbado, vayan quitándose de dudas. Les prometo, que si Dios quiere, luego le seguimos...