Entre la subjetividad y el regreso a la normalidad
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@vraldapa
A 50 días de haber iniciado la Jornada Nacional de Sana Distancia el 23 de marzo de 2020, el Gobierno federal anuncia que ya se está preparando el gradual regreso de las actividades normales en el País, precisando que para algunos estados y municipios habrán de considerarse variables de acuerdo a su situación de control del contagio.
Para la mayoría de las personas, el término de normalidad ha cambiado o se ha convertido en una afirmación muy subjetiva, en tanto no se tiene todavía una certeza de lo que habrá de enfrentarse como “normalidad” a la que reiteradamente se refiere el Presidente López Obrador en sus conferencias por las mañanas.
En este contexto se da a conocer que, durante el gradual regreso, las autoridades tendrían que asumir un control del flujo las personas, al momento el que progresivamente se abren las industrias y comercios para recuperar la también llamada “normalidad económica”. Sin embargo, esta otra afirmación de normalidad también es subjetiva puesto que, para muchos empleados y empleadores del País, el significado de normalidad económica que se tenía hasta antes de la pandemia no volverá a significar lo mismo.
Ciertamente ante esta crisis se enfrentan dos grandes desafíos: uno de salud y otro económico. Desafíos que han puesto a prueba diversos criterios para establecer medidas sanitarias que disminuyan el contagio del Covid-19 y por otra parte mantener vigente el modelo económico del libre mercado. Estas medidas y criterios han tenido sus variaciones de un país a otro, en algunos las prioridades entre salud y economía cambian de posición, así como la aplicación de programas o sistemas para enfrentar la contingencia epidémica.
En algunos países se aplicaron estrategias diferentes para enfrentar el contagio, hay quienes apostaron a la llamada “inmunidad de rebaño” como en Reino Unido, otros a la de “contención y mitigación” como en México, y una tercera estrategia diferente como en Nueva Zelanda de “eliminación” de la enfermedad.
La experiencia de estas tres diferentes estrategias para combatir a la pandemia han arrojado también diferentes resultados: en los países que adoptaron las medidas en búsqueda de la “inmunidad de rebaño” se priorizó el interés de lo económico por el de la salud y con ello hubo una mayor pérdida de vidas humanas. Esto obligó al gobierno británico a cambiar la idea del “laissez faire” neoliberal por una de mayor control del Estado.
La segunda estrategia, recomendada por la OMS, es la de “contención y mitigación”, misma que se aplica en México y en la mayoría de los países, que plantea contener e ir mitigando el contagio y sus efectos de manera gradual, organizada por fases en las que las medidas de distanciamiento y restricciones se hacen más estrictas a medida que avanza la pandemia.
En la tercera estrategia de “eliminación” de la enfermedad se invierte el orden de la de “contención y mitigación” y se trata de tomar medidas estrictas al comienzo del contagio, para tratar de eliminar la expansión del virus, de eliminar no de mitigar, es decir, destruir la curva en lugar de aplanarla
Las diversas estrategias para enfrentar la pandemia se aplican de acuerdo con el criterio de prioridad que prevalece entre salud y economía. En el primer caso de la inmunidad de rebaño se intentó causar menor daño a la economía que a las personas, lo cual resultó ser un fracaso inhumano. El tercero de contención y mitigación pretende por un lado proteger la vida humana, pero también las repercusiones económicas, en una suerte de equilibrio de los daños; aunque no todos los países la han implementado con el mismo rigor y medida. Y finalmente en la de eliminación se privilegia la vida y el orden, sobre los intereses de la economía.
Estas son las tres opciones que se aplican para combatir la pandemia en el mundo, aún con sus diversos enfoques y variables, las tres estrategias prometen devolver la normalidad a nuestras vidas, no obstante sabemos que aunque sea éste un deseo compartido, no será posible en tanto no exista una vacuna efectiva para combatir la enfermedad del Covid-19.
En México se contempla llegar a las últimas fases 4, 5 y 6, correspondientes a la salida del brote, recuperación y restablecimiento de actividades sociales y económicas; pero todavía no queda muy claro para la población cómo es que se va a retornar a la normalidad en medio de una crisis de economía y salud, dos ámbitos celosos, exigentes y en muchos casos incompatibles.
La subjetiva promesa de normalidad que se ofrece es muy probable que tarde en llegar, quizá más de lo que creemos, incluso tenemos que considerar que las cosas van a cambiar; por lo que es apremiante pensar lo diferente que puede llegar a ser nuestra vida después de esta crisis; no significa que no seamos capaces de asumirlo. Como país debemos construir un mismo significado de la normalidad a la que aspiramos, sobre todo cuando la OMS estima las posibilidades de un segundo y tercer rebrote.
Como sociedad, es momento de asumir nuestra responsabilidad, fortalecer a nuestras instituciones, mantener como ciudadanos la prudencia, desarrollar niveles de conciencia para conservar la vida, mantener el orden y proteger los medios de subsistencia, no tropezar, no perder el control y sobre todo no perder la esperanza.