Entre la confrontación y la unidad

Vladimir Ramírez
23 junio 2020

""

A casi seis meses de que muy probablemente dé inicio el proceso electoral para la renovación del Congreso del Estado, la Gubernatura, las alcaldías y las diputaciones federales en Sinaloa, todo indica que al problema sanitario del Covid-19 y a la crisis económica, se sumarán gradualmente a la nueva normalidad las controversias de la política electoral.

Si bien en Sinaloa la confrontación entre la clase política todavía se mantiene dentro de los parámetros de la “cordialidad preelectoral”, es muy probable que la temperatura de la confrontación se crispe conforme se acerquen las fechas en las que se designen candidaturas e inicie la acostumbrada lucha electoral sin tregua ni contemplaciones entre contendientes.
La situación de la pandemia en Sinaloa no ha sido de las más afortunadas, por el contrario, una movilidad social con poca experiencia del manejo de los protocolos sanitarios ha mantenido una curva de constantes contagios, que aunado a la incalculable caída económica por la pérdida de empleos, cierre de comercios y una notable y azarosa disminución del consumo, han puesto a la entidad en un verdadero dilema existencial frente a la actual crisis.
Aunado a esta circunstancia, la elección de 2021 se vuelve un acontecimiento cada vez más incierto en sus resultados pues no sólo se pondrán a juicio los gobiernos de Morena y su promesa de transformación, sino que se exhibirá públicamente la capacidad y utilidad de la clase política ante una crisis sanitaria que suma todos los ámbitos de la vida social en Sinaloa y el país.
En el escenario social se expresan tres reclamos: el de un sector comercial y empresarial que lucha por encontrar los medios para sostenerse ante una crisis sin precedentes, el de una población de trabajadores temerosa e insegura de su salud frente a los contagios y una disminuida capacidad de atención en hospitales públicos, y como un tercero, el de una clase política que trata de sortear las oportunidades políticas que le permitan sobrevivir en el ánimo de la ciudadanía, que muy probablemente actúe con una mayor atención y conciencia a la hora de elegir.
Hasta aquí se observa un escenario de crisis social sin que surjan las mejores opciones para superarla en el futuro inmediato, debido a que enfrentamos una inusitada situación considerada como la peor crisis sanitaria y económica nunca antes conocida en tiempos de paz en la historia. Por otra parte, presenciamos una visible y enfrascada lucha política-electoral de gobernadores y partidos de oposición a López Obrador, que genera en la población una percepción de evidente confrontación en vez de una acción conjunta para encontrar soluciones a la crisis de la pandemia. Un entorno que envía más señales de incertidumbre social que de confianza para con la clase política nacional.
En España, como en todos los países incluyendo el nuestro, se enfrenta la misma realidad, la diferencia, como todo en la vida de los humanos, estriba en la forma y en el fondo. El pasado jueves 18 de junio, sesenta profesionales del mundo de la cultura, la ciencia, el arte, la universidad y el sindicalismo, dieron a conocer su respaldo a un manifiesto que lleva por título: “Por un pacto para la reconstrucción social de España”, un manifiesto con el lema: “Vamos a salir” y por objetivo, el reclamar un gran pacto para la reconstrucción de su país, en el que se apuntan dos pilares fundamentales para conseguirlo: la defensa de los servicios públicos y desterrar “la confrontación y el odio”. De la necesidad trabajar desde la concordia, alejarse del enfrentamiento y evitar la dialéctica de la guerra. Por el contrario, llaman a lograrlo desde el reconocimiento al mundo del trabajo; reivindican a los servicios públicos como la garantía para ejercer los derechos de la ciudadanía en igualdad y proclaman:”Nunca más recortes en sanidad. Nunca más mercantilización de los cuidados”.
El documento firmado por diversas personalidades en España, es resultado del conocido conflicto en el que se desenvuelve la clase política de ese país, la cual no ha sido muy diferente en México, si observamos cómo se han enfrascado en una lucha por ganar ventaja electoral rumbo a 2021, tomando como rehén la crisis de la pandemia, sin importar el daño social y el fracaso de las instituciones públicas de los gobiernos.
De ahí que se convierta en una necesidad apremiante el consenso de los intereses de los sectores sociales que hoy juegan un papel protagónico. Desde los diversos órdenes de Gobierno, cabildos y congresos, así como empresarios, comerciantes y trabajadores, para sumar en esta contienda electoral que se avecina, un gran acuerdo estatal para enfrentar y resolver de la mejor manera la reconstrucción de la vida social y económica, fincado en las bases de un futuro en común que considere de origen la bioseguridad y el bienestar social como objetivo primordial de la democracia electoral. De otra manera ¿qué sentido tendría elegir representantes?
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.

 

vraldapa@gmail.com
@vraldapa