Enfrentando los cambios organizacionales
14 abril 2019
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Todos los días nos exponemos ante situaciones de cambio, vivimos en un constante dinamismo que nos exige actualización constante, innovación y adaptación a las necesidades del tiempo presente para poder seguir creciendo con éxito en el futuro, siempre tomando los aprendizajes de experiencias pasadas. Sin embargo, esto puede representar en cada uno de nosotros cierta actitud de rechazo o incomodidad, nos hacemos preguntas como: ¿Por qué cambiar si lo que hago actualmente funciona bien? ¿Para qué complicar más las cosas de lo que ya están? Si la intención es seguir creciendo como persona y como organización tendremos que salir de nuestra zona de confort e intentar tener una actitud de apertura y flexibilidad. Cambiemos el planteamiento: ¿Si las cosas funcionan bien, entonces cómo le puedo hacer para que funcionen aún mejor? Los resultados siempre pueden mejorar, nunca nos toparemos en un punto en el cual ya no hay áreas de perfeccionamiento o desarrollo.
El ser flexibles nos va a dar la oportunidad de evolucionar y de seguir nuestro camino de autorrealización, veamos cada cambio ya sea chico o grande como un nuevo reto que nos va a dejar mucho aprendizaje. Seamos agentes de cambio, de innovación y aportemos creatividad y dinamismo a nuestras empresas.
Tres acciones o medidas prácticas que nos pueden ser de ayuda para poder tener una actitud de aceptación y apertura al cambio son las siguientes:
Escucha activa: Cuando nos proponen una nueva forma de hacer las cosas escuchemos detenidamente sobre el tema en cuestión, intentemos dialogar y comprender los puntos de vista de nuestros colaboradores, colegas o bien de nuestro jefe, tratando de ver los beneficios de las nuevas ideas, tanto para uno mismo como persona como para la empresa.
Pensar a largo plazo: Analicemos el panorama completo, considerando todos los factores importantes que intervienen y preguntémonos: ¿Cuáles son los riesgos que conlleva? ¿Cómo me veo en algunos años? No podemos tener certeza de las cosas si no intentamos primero, ya si no funcionan las nuevas prácticas podremos retomar el camino y aprender de las vivencias.
Formación personal constante: Siempre vamos a necesitar seguir formándonos en nuestras habilidades, conocimientos y herramientas técnicas para hacer las cosas. El hecho de seguir aprendiendo nos va a dar una visión más amplia, un panorama más completo que nos permitirá ver de una forma más clara los beneficios de intentar nuevas acciones, de manera que tomemos decisiones probablemente más arriesgadas, pero con posibilidades mayores de éxito.
Además de estas acciones propuestas podemos también comenzar por modificar nuestra acción personal diaria, con acciones pequeñas concretas; salgamos de la rutina que nos gobierna e intentemos conocer y convivir con personas distintas, explorar nuevas actividades, nuevos lugares y otros pasatiempos. El poder enfrentarnos a nuestros miedos y salir de nuestra zona de confort nos va a permitir vivir experiencias enriquecedoras que nos ayudarán a ser mejores personas y agentes de cambio e influencia positiva para quienes nos rodean.
Coordinadora Académica Región Noroeste
ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo