¿En dónde estaban antes los intelectuales que hoy critican al Presidente?

Jesús Rojas Rivera
16 julio 2020

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Se enojó Andrés Manuel, muy molesto respondió en la mañanera de ayer al comunicado titulado: “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”. ¿Quiénes son y en dónde estaban esos intelectuales orgánicos en los tiempos del PRIAN? ¿Por qué pegan de brincos si la Cuarta Transformación camina triunfante?

Entre los ilustres destaca Enrique Krauze, uno de los historiadores mexicanos más prestigiados en el mundo, Doctor “Honoris Causa” por mi alma mater la Universidad de Guadalajara, miembro de la academia mexicana de Historia desde 1989. Krauze ha sido crítico del sistema presidencial mexicano desde que AMLO militaba en el PRI, en su obra “La Presidencia imperial: ascenso y caída del sistema político mexicano”, narra exactamente los vicios del modelo presidencial que asfixia la democracia. Los abusos del Poder Ejecutivo y los excesos de aquellos que se han sentado en la silla presidencial maldita, como la bautizara Doroteo Arango o Francisco Villa según se le conozca.

Firma también, la colega politóloga Soledad Loaeza, una mujer excepcional para la Ciencia Política Mexicana, de solidísima preparación académica que puede presumir un honroso Doctorado en Ciencias Políticas galardonado con el mérito summa cum laude en el Instituto de Estudios Políticos de París. Además de su obra publicada en México y el extranjero, ha sido catedrática en universidades que Andrés Manuel no ha pisado ni por asomo. Que decir de sus textos críticos a los gobiernos de Acción Nacional, de sus locuciones contra los “apetitos del poder del PAN” en el 2010 y antes, sobre el populismo moderno de Vicente Fox. Loaeza no es una voz crítica de ocasión como pretende hacerlo ver el político tabasqueño.

El Dr. José Woldenberg Karakowsky fue nada menos que el Presidente del órgano electoral que organizó y validó las elecciones federales donde el Partido Revolucionario Institucional perdiera la Presidencia de la República en el año 2000.

Cuando los mexicanos apostaron por primera vez a la alternancia democrática en México con todos los riesgos que eso llevaba en su momento. Woldenberg a diferencia de un viejo conocido y ahora funcionario de la cuarta transformación de Andrés Manuel, no se robó la elección, ni cargó los dados al poder, como sí lo hiciera Manuel Bartlett en 1988. Cuando el órgano electoral estaba en manos del Ejecutivo como lo pretenden ahora.

María Marván además de ser una catedrática destacada en la UNAM, ha sido una mujer pilar en la construcción de los órganos de transparencia en México. Marván también politóloga de formación, llegó por sus méritos y su honorabilidad al más alto cargo en el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales. A diferencia de Irma Eréndida Sandoval y John Ackerman -los “transparentólogos” al servicio de AMLO- a la firmante del desplegado no se le conocen bienes ocultos, ni se le ha señalado de enriquecimiento inexplicable. Es una mujer congruente.

De otro firmante como Jesús Reyes Heroles se puede decir mucho sobre él y la militancia priista de su padre. Pero nadie puede negar la fuerza de sus ideales al renunciar al tricolor en la imposición de la candidatura presidencial de Roberto Madrazo en el 2006.

Javier Sicilia, Macario Schettino, Jean Meyer, Gabriel Zaid, Ángeles Mastretta, Agustín Basave, Isabel Turrent, Rafal Rojas, Jorge G. Castañeda, Enrique Serna, Francisco Valdés Ugalde entre muchos otros. Salieron a la defensa del Estado Mexicano y sus instituciones autónomas como el Instituto Nacional Electoral y las esferas científicas y culturales que no son afines al proyecto político de López Obrador y Morena.

El llamado de los intelectuales, pensadores y científicos mexicanos es a la reflexión colectiva para corregir el rumbo y recuperar el pluralismo político. Para generar un movimiento de conciencias rumbo al 2021 que invite a los electores mexicanos a recapacitar en la importancia de los contrapesos en el poder de cara a las elecciones legislativas que se aproximan. El único problema, es que en este México de las desigualdades, para la gran masa electoral los distinguidos firmantes son unos perfectos desconocidos. Luego le seguimos.