En busca de consuelo

Rodolfo Díaz Fonseca
11 octubre 2024

La columna anterior la concluimos con una exhortación a vivir animándonos y consolándonos mutuamente con el propósito de no difuminar los rayos de la esperanza. Ésta es, también, la invitación que hizo el escritor canadiense Michael Ignatieff, en su obra “En busca de consuelo: Vivir con esperanza en tiempos oscuros”.

Explicó que brindar consuelo es un acto de solidaridad mediante el que se acompaña a los abatidos, abandonados y afligidos, para ayudarles a recuperar la fe en que la vida merece vivirse. Añadió que el verbo consolar viene del latín consolor y significa calmar, apaciguar y encontrar alivio juntos (con solari).

Empero, hay que reconocer que la palabra consolar no tiene buena fama, pues se utiliza como sinónimo de resignación y equivale a obtener algo, porque peor es nada: “recibió un premio de consolación”.

No obstante, recordó Ignatieff, los grandes sabios de la antigüedad fueron maestros en el arte de la consolación: Cicerón, Séneca, Marco Aurelio y, sobre todo, Boecio, quien escribió un tratado titulado “La consolación de la filosofía”, el cual redactó en prisión y esperando la ejecución, en el año 524.

Actualmente, el reto consiste en mantener la calma y un sano escepticismo frente a la avalancha informativa que amenaza con sepultarnos todos los días con una aplastante mole de datos, informes y noticias, muchos de los cuales no son confirmados, o corresponden a hechos sucedidos antaño o en otra región y continente.

Por tanto, recomendó Ignatieff, es necesario conservar cierto grado de autocontrol y escepticismo ante este alud de novedades y relatos, buscando el consultar fuentes confiables.

Reiteró que para buscar consuelo es necesario leer los Salmos, Job, Pablo, Boecio, Dante, Montaigne, Camus, Primo Levi y escuchar la música de Mahler, para encontrar inspiración en situaciones extremas.

¿Busco consolar y ser consolado?