Embajadores sinaloenses

Jesús Rojas Rivera
04 febrero 2022

Son muchos y notables los sinaloenses que han trabajado para el servicio exterior mexicano en embajadas y consulados, varios de ellos han escrito parte de la historia en las relaciones internacionales de nuestra nación. Diplomáticos en tiempos buenos y malos, en crisis sucesorias, en revoluciones, golpes de Estado y por supuesto en tiempos de progreso y paz.

El mazatleco Genaro Estrada Félix es considerado el padre de la diplomacia moderna mexicana. Fue un sinaloense universal, conocedor del mundo y la geopolítica, Embajador de carrera que representó los intereses de nuestro país en Portugal, España y Turquía, además Secretario de Relaciones Exteriores en las presidencias de Calles, Portes Gil y Ortiz Rubio. En su doctrina resume la postura que debe tomar México en caso de conflicto entre naciones en un principio de “no intervención”. La doctrina Estrada cumplirá próximamente un siglo de regencia en la postura general de nuestra política exterior.

Poco es el espacio de esta columna para hablar con detalle del papel que jugaron en su tiempo los embajadores sinaloenses, me limitaré a presentarlos y mencionar algunas de las vivencias y anécdotas más destacables en sus encargos. Dividiré los nombres en dos bloques, el primero va de los años 20 a los 70, a estos los llamaré embajadores postrevolucionarios, a los que ocuparon cargos posteriores a los años 80 los llamaremos contemporáneos.

El político y legislador rosarense don Joaquín Noris fue encargado de la legación en Austria y Hungría en 1927 en momentos de creciente tensión en Europa por los tambaleantes acuerdos tomados en la Primera Guerra Mundial. Bernardo J. Gastélum, Embajador en Hungría en 1928, pasó las mismas circunstancias. Gilberto Owen el gran poeta rosarense no fue propiamente Embajador, pero prestó parte de su vida al servicio exterior en Canadá, Estados Unidos, Perú y Finlandia en los años 30. Otro mazatleco, don José María Dávila, fue Embajador en Brasil en 1941 y Guatemala 1945, además se le recuerda como un prominente escritor de la segunda generación de novelistas postrevolucionarios.

Francisco Apodaca y Osuna, nacido en Cacalotán, Rosario, fue Embajador en Nicaragua 1965, Finlandia 1967 y Líbano 1970. Antonio Espinoza de los Monteros fue Embajador de México en Washington en 1945 en el primer gobierno de Harry S. Truman, firmante del tratado de aguas entre México y EUA. El mazatleco Rodolfo González Guevara, presidente de la Cámara de Diputados en 1979 y Embajador de México en España 1985, regresa a México para fundar el PRD junto con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Mientras que otro mazatleco, don José Ángel Pescador Osuna, sinaloense muy prestigiado, fue un aguerrido cónsul en Los Ángeles que hizo mucho por la comunidad migrante de California.

Gilberto Ruiz Almada, político culiacanense impulsor del servicio civil de carrera en la administración pública, además de Senador fue Embajador de Nicaragua de 1987. En Guatemala el destacado jurista mazatleco Diego Valadés Ríos tomó la Embajada en 1988. El diplomático de carrera, galardonado por los años en el servicio exterior, ligado también al municipio de Rosario, Carlos González Magallón, fue Embajador en Yugoslavia y Nueva Zelanda 1991. Francisco Labastida, mochitense, ex Gobernador sinaloense y ex candidato presidencial, fue Embajador en Portugal en 1993. Otro rosarense, Enrique Hubbard Urrea, a mi juicio uno de los contemporáneos que más dio al servicio exterior, fue cónsul en ciudades muy importantes y Embajador mexicano en Belice 1996 y en las Filipinas hasta el 2004.

Sergio Ley López, de Tayoltita Durango, pero con profundas raíces sinaloenses, fue Embajador de México en Indonesia en 1997, cónsul en Shanghai y en China para el 2001. De Salvador Alvarado es Heriberto Galindo, nombrado Embajador en Cuba en el 2000. El mazatleco Emilio Goicoechea Luna, ex candidato del PAN al gobierno de Sinaloa, fue nombrado, con dificultad en el Senado, Embajador para Canadá en 2006, mientras que el doctor Carlos Almada López fue Embajador en Japón en 2015.

Ahora le tocará a otro mazatleco, Quirino Ordaz Coppel, seguir la tradición diplomática de sus paisanos y antecesores. Nada más de contexto, en la complicada Embajada española han despachado hombres ilustres como: El General Ramón Corona, el poeta universal Amado Nervo, el genio literario Alfonso Reyes, el recordado ministro Alberto J. Pani, el ex Presidente Díaz Ordaz y el intelectual Jesús Silva Herzog, entre otros. El encargo del Presidente Obrador para Ordaz Coppel no debe ser visto como una encomienda menor. De él dependerá escribir su historia en la diplomacia nacional.

Nota: Agradezco especialmente a un gran amigo conocedor de nuestra historia regional, hombre generoso en el saber, de memoria prodigiosa y de humildad tal, que me pide omitir sus créditos. Sin su ayuda, escribir esta columna me habría llevado meses. Luego le seguimos...