Elogio de
la amistad
Son muchos los autores que han escrito sobre la amistad, virtud que, como dijo Aristóteles en la Ética Nicomaquea: “es un alma que habita en dos cuerpos y un corazón que habita en dos almas... es lo más necesario para la vida... El amigo es otro yo”.
En la imposibilidad de abordar y tratar extensamente el tema en una sola columna, nos ocuparemos de algunos aspectos en otras colaboraciones.
Por lo pronto, añadiremos algunas nociones que abona el filósofo estagirita sobre este importante concepto, quien añadió: “Consideramos que el amigo es uno de los mayores bienes, y que la carencia de amistades y la soledad es lo más terrible”.
Subrayó que sin la experiencia de la amistad no tendría sentido ni encanto la vida: “En efecto, sin amigos nadie querría vivir. La amistad parece darse de un modo natural en el padre para con el hijo, y en el hijo para con el padre, no sólo entre los hombres, sino también entre las aves y la mayoría de los animales, y entre los miembros de una misma raza, y especialmente, entre hombres; por eso, alabamos a los filántropos”.
Precisó que para cultivar la amistad son necesarios e imprescindibles el trato y la convivencia: “Los que se aceptan entre sí como amigos, pero no conviven, parecen más benévolos que amigos, ya que nada hay tan propio de los amigos como la convivencia”.
Al cuestionarse sobre los fundamentos de este afecto, distinguió tres clases distintas de amistad: la utilidad, el placer y la virtud. La primera (utilidad) es la más común y la menos profunda. La segunda (placer), es más propia de los jóvenes. En cambio, la fundada en la virtud es la amistad de los mejores.
¿Qué tipo de amistad cultivo? ¿Soy un buen amigo?