El voto de QOC en la consulta popular. Gobernador y Presidente: miel de más
Llamó la atención que Quirino Ordaz Coppel fuera uno de los pocos sinaloenses (el 5.1 por ciento de la lista nominal) que acudió a participar en la desangelada consulta popular del domingo. Más allá de la secrecía del sentido del voto es de suponerse que el Gobernador optó por el “no” en la papeleta que planteó la pregunta frívola que roza la tentación de la justicia por la mano propia del pueblo, al margen de que a fiscalías y jueces les compete la sana correlación de delito y castigo.
Sin embargo tenía que hacerlo en continuidad de la sorprendente relación que Quirino Ordaz ha cultivado con el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Uno y otro se han defendido y escudado entre sí a pesar de la incomodidad que les causa a morenistas ese buen trato, o que los priistas interpreten el afecto ostensible entre los mandatarios federal y estatal como declinación de la causa tricolor a favor de la doctrina guinda. Pero si cada vez más México camina, nada y grazna como ganso, ¿por qué han de comportarse distinto los actores políticos que atestiguan cómo son descabezados los que actúan como pollos descarriados?
Importa recordar que desde la primera vez que López Obrador se reunió como Presidente electo con Quirino Ordaz, el 17 de septiembre de 2018, conectó anímicamente con el Gobernador en un vínculo ininterrumpido que se atribuye a la operatividad del político mazatleco para, una vez descartada toda probabilidad del triunfo del priista José Antonio Meade, reforzar el voto a favor de AMLO que colocó a Sinaloa como el sexto estado que más sufragios le aportó al tabasqueño.
Y enseguida, cuando regresó en enero de 2019 en calidad de Presidente en funciones, López Obrador pronunció en Culiacán aquella lapidaria sentencia para callar a morenistas molestos por su acercamiento con el Gobernador: “Quirino Ordaz es un buen gobernante. Un hombre responsable. Y si no les gusta no me importa, yo siempre digo lo que pienso, mi pecho no es bodega”. Pero un día antes, en El Rosario, QOC pronunció aquella imperdible frase de “con López Obrador a Sinaloa le va a ir a toda madre”.
Tales referencias son útiles para comprender el “endulzamiento” al ras de la glucemia de la relación entre el Mandatario federal morenista y el Gobernador del PRI, circunstancia que a la izquierda dura le empalaga. Así le escurra miel de más Quirino Ordaz, al participar con su voto en la consulta para enjuiciar a los ex presidentes de filiación priista Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto remarcó el apego a cuanta instrucción o estrategia se le ocurra al actual ocupante de Palacio Nacional.
Se dispone de pocos datos de cómo actuaron los gobernadores priistas de otros estados frente al ejercicio de participación ciudadana del 1 de agosto. Los jefes del Ejecutivo de entidades bajo el control político del Movimiento Regeneración procedieron en función del cometido de la Cuarta Transformación como convocante. En Veracruz, Cuitláhuac García apoyó el “sí” y fue de los primeros en responsabilizar al Instituto Nacional Electoral del magro interés popular.
Quirino Ordaz prefiere seguir moviendo sus piezas en el ajedrez amloísta no para ganar la partida sino para sostenerse como coadyuvante a que triunfe el dueño del tablero, el que debe vencer en la coyuntura actual del poder en México. No es de oquis que el sábado tuviera que decir que la seguridad pública en Sinaloa “era una antes y otra después” determinando como parteaguas lo que va del sexenio de López Obrador. Aún los fieles de la Iglesia católica se permiten a veces mentirillas sin que éstas constituyan pecado.
Tal vez en razón de esa misma permisibilidad a fintas que atenúen las diferencias entre dos políticos de diferentes ideologías, Ordaz Coppel acudió a votar en la consulta popular al fin y al cabo que quién se va a fijar en que el Gobernador priista avale o deseche una cuestión tan trivial como la misma pregunta de “¿estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.
Con tremendo galimatías entre signos de interrogación estaba demasiado claro que el desenlace sería igual de caótico. Sin el 40 por ciento del padrón electoral que emitiera el “sí” vinculante, ni la certeza de que López Obrador participara (de haberlo hecho prometió que lo haría por el “no”) la tan manoseada consulta popular terminó en otra engañifa tan artificiosa como la rifa del avión presidencial.
También es probable que muy pronto, antes de que termine el año 2021, los sinaloenses tengamos mejores elementos para descubrir el meollo del buen trato que el Presidente López Obrador le brinda al Gobernador Quirino Ordaz, y viceversa. ¿Es una camaradería que se extenderá más allá del próximo 1 de noviembre, o simplemente se trata de la cortesía protocolaria, sincera o fingida, entre los mandatarios nacional y estatal?
En política la sustancia,
No es dulce por necesidad.
Igual que la miel se arrancia,
En su fecha de caducidad.
Mientras tanto, el Gobernador electo Rubén Rocha Moya cumplió con su obligación cuatroteísta de respaldar la iniciativa de Morena para sacar adelante la consulta popular y al menos probó la importancia de, cuando asuma el cargo, preguntarles a los sinaloenses qué es lo que quieren ver como prioridad en la agenda pública estatal. Ahí tiene la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Sinaloa aprobada en julio de 2012 y desde entonces plasmada en el papel pero nunca calada en la práctica. Podría rescatarla del archivo muerto para implementar un plebiscito sobre si la sociedad está conforme con las atenuantes sacadas de los sombreros de los magos de la impunidad para el deleite de los malovistas acusados de corrupción.