El verdadero reto de la 4T
El Presidente tiene una aprobación del 62 por ciento de los ciudadanos, le faltan poco más de dos años en Palacio Nacional y su popularidad se mantiene constante. En Morena saben que difícilmente perderán las elecciones del 2024. Con un Andrés Manuel fuerte, consistente en las encuestas y manejando el gobierno en el tono en el que se han manejado, los comicios de la presidencial serán prácticamente un trámite. No así las diputaciones y senadurías, ahí es donde se comienza a dibujar el punto débil de la 4T.
El INE dictó medidas cautelares pidiendo a los aspirantes de Morena abstenerse de realizar actos anticipados de campaña. El arbitro electoral le está solicitando formalmente al partido del Presidente no violar las leyes electorales. Las medidas son dirigidas al partido y a servidores públicos, entre ellos Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, por la participación en mítines y concentraciones realizadas en Toluca el 12 de junio y Coahuila el 26 del mes pasado.
En el listado de personajes apercibidos con las medidas cautelares van de todo, diputados, gobernadores, senadores, secretarios de estado, servidores públicos y hasta el titular del Poder Ejecutivo. El resolutivo fue aprobado por unanimidad en la comisión de quejas y denuncias del Instituto Nacional Electoral.
Pero eso no es lo que preocupa a Morena, en el instituto político saben que de un jalón de orejas no pasará. Que este es un juego con reglas flexibles, que en México la política siempre ha estado por encima de la ley y las instituciones, y que bastará con apretar tuercas para dejar sin efectos la sanción del organismo autónomo.
El verdadero reto de Morena es mantener la unidad en los estados, sobre todo en donde las tensiones han llevado a fuertes desencuentros entre funcionarios, militantes y simpatizantes. El partido de la 4T no es una institución sólida, sigue los pasos y la tradición de la izquierda mexicana; quebradiza, fragmentada y polvorónica, que únicamente se mantiene en cohesión por la fuerza del Presidente, el poder del presupuesto y las nóminas. Por encimita todo aparenta estar bien, pero por abajo, bolas.
Y la muestra está en que Morena tiene entidades del País sin dirigentes y estructuras estatales, sin liderazgos capaces de mantener la unidad en regiones de México donde el conflicto interno es aún más corrosivo que los discursos de la Oposición. Porque el peor enemigo de un morenista no es un “prianista”, es otro morenista que busque el mismo puesto.
Sinaloa es el botón de muestra, no todos los morenistas siguen la misma “órbita”, el 2024 los une y los separa, los agrupa y los confronta. El Gobernador es el hombre más poderoso al interior de Morena, pero no es el único, aquí como en todos lados hay grupos, algunos incluso tendientes a la radicalización. Y en Baja California, Oaxaca, Durango, Yucatán, Aguascalientes, Michoacán y en la propia Ciudad de México y sus alcaldías se sabe de fuertes conflictos internos, de divisiones difícilmente superables que podrán en riesgo elecciones locales, distritos federales y senadurías de mayoría.
Andrés Manuel lo sabe, es experto en mantener para beneficio de su proyecto estas tensiones y discrepancias. Conoce la izquierda y su génesis, entiende que el poder es conflicto y acuerdo. Sabe también que al final, la única voz que vale y valdrá es la del Presidente. El que quiera creer otra cosa, el que suponga que las circunstancias serán diferentes de cara a 2024, es un iluso con ganas de ser eternamente ilusionado. Luego le seguimos...