El único traje
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@rodolfodiazf
¿Has reflexionado alguna vez cuánto gastas en vestirte? ¿Cuántas prendas tienes colgadas en tu vestidor o guardarropa? Hay quienes podrán presumir que no repiten una misma prenda en todo el año. Asimismo, habrá quienes sólo tengan ropa fina, de marca y de prestigio: en sus vestidores no encuentra cabida la prenda común y usual.
Es cierto que la ropa corriente dura menos tiempo, por estar confeccionada con materiales de menor calidad, pero no en todos los casos. Hay ropa económica que también tiene mucha durabilidad.
No estamos tocando este punto con propósito clasista ni para justificar o vilipendiar a nadie. Lo único que deseamos es elaborar una reflexión sobre el refinamiento que le damos en ocasiones al cuerpo, en detrimento de la importancia, cuidado y atención que concedemos al alma o espíritu.
Indudablemente que es necesario vestir bien para poder lucir y convivir. Incluso, el mismo Jesús expresó una parábola de una persona que fue a una boda sin el traje requerido.
Quien se siente a gusto con la ropa elegida difícilmente incurrirá en una minusvalía o falta de seguridad, porque se sentirá cómoda, relajada y aceptada. Pero, nunca se debe de olvidar la vigencia del refrán que dice: “aunque la mona se vista de seda mona se queda”.
Es decir, por más que se disfrace una persona no podrá esconder sus vicios y virtudes. La apariencia externa no demuestra el valor, sabiduría y grandeza de un individuo. La excelsitud de la persona radica en su interioridad no en su cuerpo caduco, como expresó Fernando Pessoa en El libro del desasosiego: “El cadáver me da la impresión de un traje abandonado. Alguien se fue y no necesitó llevar aquel traje único que había vestido”.
El único traje que portaremos son nuestras obras.
¿Preparo mi traje?